Rimbaud, el poeta vidente

En la poesía de Rimbaud deja una fuerte impronta la obra de Baudelaire. También es percetible el influjo de sus lecturas sobre ocultismo, por ejemplo, en las oscuras imágenes sobre los sueños. El escritor explora en las profundidades del inconsciente individual y experimenta con el valor evocativo de las palabras en su búsqueda de pureza formal.

Arthur Rimbaud

Arthur Rimbaud

Por Fabricio Velázquez. La original concepción del poeta como «vidente» de la realidad inexplorada, a través de la perturbación de todos los sentidos, dota a la poesía de Rimbaud de una exquisita peculiaridad que lo aleja de los modelos formales establecidos e inicia una tendencia poética, llamada simbolismo, en la que algunos autores perciben incluso el germen del surrealismo. Contrainfo.com

El espíritu rebelde y las acendradas ansias de evasión que se perciben en la personalidad y obra de Arthur Rimbaud probablemente puedan explicarse por las circunstancias de su infancia y su educación. Nació el 20 de octubre de 1854 en Charleville, en el seno de una familia pequeñoburguesa (cualidad del grueso de autores literarios impresionistas) y conservadora, que le impuso con severidad -especialmente a través de su madre-una rígida disciplina sustentada en valores de religiosidad y autoritarismo que en el escritor provocaron una reacción adversa ante tales imposiciones.

En el instituto de su localidad, obtuvo excelentes calificaciones que lo habilitaron a rendir el examen final de bachillerato antes de cumplir los 16 años. Una anécdota del día en que se hizo con este galardón recuerda cómo Rimbaud arrojó violentamente las obras clásicas que se le concedían como premio, en lo que parece ser una muestra temprana de su rebeldía y su inconformismo. Pero entonces ya había comenzado a escribir sus primeros versos. Huyó de su casa en el otoño de 1870; persiguiendo sus ideales políticos-dominados por el anticlericalismo y sus fuertes convicciones republicanas-, fue a vivir a la comuna parisina tras la caída de Napoleón III. Esta aventura se refleja en los poemas de entonces, extraordinariamente maduros para su juventud. En ellos, Rimbaud extrema su ataque contra quienes ejercen un poder, sea cual fuere su naturaleza, desde Dios hasta su propia madre.

Influencias para lograr un estilo propio

En la poesía de Rimbaud deja una fuerte impronta la obra de Baudelaire. También es percetible el influjo de sus lecturas sobre ocultismo, por ejemplo, en las oscuras imágenes sobre los sueños. El escritor explora en las profundidades del inconsciente individual y experimenta con el valor evocativo de las palabras en su búsqueda de pureza formal. En su obra sigue un principio que comenzaba a extenderse en su época, la consideración de la intuición poética como medio de conocimiento. La influencia de este concepto se deja sentir en corrientes filosóficas posteriores. En Rimbaud se encuentra ya, además del simbolismo-llevado hasta sus últimas consecuencias-el germen del surrealismo.

En su obra sigue un principio que comenzaba a extenderse en su época, la consideración de la intuición poética como medio de conocimiento.

Rimbaud comienza a desarrollar un concepto literario en el que el nuevo Verbo se superpone-según revela en algunas de sus cartas de 1871-a toda la tradición poética anterior, a excepción de los clásicos griegos. Según su teoría, el poeta se convierte en vidente y alcanza el mundo de lo inexplorado a través del «desarreglo de todos los sentidos», recorriendo todas las vías y el fondo de todos los abismos. Para aguzar su sensibilidad, el poeta debe someterse a toda clase de experiencias, debe revivir todas las formas de amor, sufrimiento o irracionalidad para lograr transmitir sus emociones verdaderas, sin constricciones conscientes.

El «nuevo verbo» convierte al poeta al vidente, alcanzando un mundo inexplorado a través del desarreglo de todos los sentidos.

«El barco ebrio» (1871) constituye una pieza clave para la poesía simbolista: el escritor imagina ser un barco que navega a la deriva, arrastrado por fuertes corrientes en su travesía descontrolada por los océanos. Las imágenes voluptuosas y el estilo vehemente dan cuerpo a la composición.

Gracias a este texto, conoció a Paul Verlaine (10 años mayor que él), a quien había enviado la obra, ya que se sentía atraído por la ruptura con la versificación tradicional que proponía Rimbaud. Por entonces, Verlaine se acababa de casar y llevaba una existencia tranquila y aburguesada. ¿Esperaba una resolución simple? Para nada. Se inició una relación amorosa tortuosa entre ambos, irremediable y destructiva: Verlaine abandonó a su esposa y los dos escritores se desplazaron a Bélgica. Un par de años después de esta aventura que terminaría enfrentándolos (producto de infidelidades, inestabilidad emocional y hasta un disparo por parte de Rimbaud que hirió de gravedad a su amante), escribió «Una temporada en el infierno», un texto en prosa intenso y oscuro donde el escritor se declara vencido en su intento de crear una poesía alejada de cualquier convención. En 1873, publicó en Bruselas una edición de esta obra que, según la leyenda, destruyó él mismo, para manifestar con esta suerte de ceremonia su completa renuncia a la poesía.

Abandona progresivamente las rígidas imposiciones de la rima; la culminación natural de este proceso fue el poema en prosa: las «Iluminaciones», fragmentos donde Rimbaud intenta explicar su «0tro mundo», son un claro ejemplo.

La confirmación de su personalidad orgullosa

Decide abandonar la literatura, fiel a su estilo rebelde, incluso cuando se trataba de sí mismo. Se dedicó a viajar de una forma un tanto errática y solitaria. Repasemos algunos de sus destinos: en Inglaterra se ganó la vida como profesor de francés; en Stuttgart trabajó como preceptor, pero pronto abandonó la ciudad para dirigirse ¡caminando! a Milán (504 km.), donde enfermó y fue recogido por una dama desconocida. Regresó a Charleville, donde se dedicó afanosamente al estudio de idiomas (el árabe, el holandés, el español, el griego moderno). Desde allí, comenzó una aventura épica que lo erigen como un perfecto personaje de ficción: fue voluntario del ejército colonial holandés, lo que lo condujo a Indonesia, donde desertó para vivir en Austria, Holanda, Suecia, Dinamarca, Italia y otros países europeos; en 1880, siendo agente de una compañía comercial, se desplazó hacia África, donde intentó todo tipo de negocios (incluyendo el contrabando y el tráfico de armas a la organización de caravanas por tierras inexploradas).

En la primavera de 1891, un tumor en la rodilla lo obligó a darse de baja de sus múltiples actividades y viajes por realizar. Le fue amputada la pierna en el hospital de la Conception, de Marsella; allí mismo falleció unos meses después, el 10 de noviembre de 1891, a los 37 años de edad, completamente indiferente a la fama literaria que le había granjeado la publicación por Verlaine de sus «Iluminaciones» y su inclusión en la antología de Poetas malditos de 1884.

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