A pocos días de las elecciones PASO, pocas ideas y debates en Argentina

En cuanto a la reforma previsional ya rige la que fue votada con palos y gases en diciembre de 2017. La realidad indica que hizo muchísimo daño a los ingresos y las vidas de los jubilados, atrasando los ajustes de jubilaciones con una fórmula que supuestamente iba a ser mejor que la anterior. La reparación histórica fue un bluff y un taparrabos para aprobar en simultáneo el blanqueo de capitales del que aprovecharon muchos empresarios, amigos y hermanos del presidente, no así los jubilados.

Alberto Fernández y Mauricio Macri

Alberto Fernández y Mauricio Macri

Por Sergio Ortíz. Todo el mundo político está metido hasta las manos en la campaña. Los candidatos parecen jugarse la vida. Sin embargo no aportan ideas políticas y económicas sobre cómo salir de la crisis actual. La población no participa.

Para las primarias más importantes de los últimos tiempos faltan trece días para ser exactos. Y son las más trascendentes de otras elecciones -si bien todas lo son- porque el nivel de la crisis que vive el capitalismo dependiente en Argentina es muy profundo. Y existe el riesgo cierto, aunque por ahora improbable, al menos para las encuestas, de que pudiera ganar la dupla Macri-Pichetto, y en ese caso podría haber una agudización de dicho drama. Se lo dijo sonriente MM a su entrevistador Mario Vargas Llosa en un encuentro de la Fundación Libertad: «seguiría por el mismo camino, más rápido».

A lo malísimo ya conocido, que fue perpetrándose a lo largo de cuatro años, podría sumarse la reforma laboral y una nueva edición de la previsional, supongamos en un año en vez del cuatrienio.
La reforma laboral, sobre la que abundó Dante Sica que están dispuestos a impulsarla si hay reelección, también fue apoyada por grandes empresarios de la construcción y la alimentación, como si en esos rubros no campearan la precarización laboral, los accidentes y los bajos salarios.

La falta de esa ley formal no impide que dichos retrocesos, así hay que llamarlos en vez de una neutral «reforma», ya hayan modificado varios convenios, siempre a la baja. Lo hicieron en acuerdo con quienes dicen ser sindicalistas, pero lo disimulan bastante bien. Así ha ocurrido con los petroleros de Neuquén, Smata de Córdoba, etcétera.

En cuanto a la reforma previsional ya rige la que fue votada con palos y gases en diciembre de 2017. La realidad indica que hizo muchísimo daño a los ingresos y las vidas de los jubilados, atrasando los ajustes de jubilaciones con una fórmula que supuestamente iba a ser mejor que la anterior. La reparación histórica fue un bluff y un taparrabos para aprobar en simultáneo el blanqueo de capitales del que aprovecharon muchos empresarios, amigos y hermanos del presidente, no así los jubilados.
Las mejoras no llegaron a los 6 millones de viejos queridos sino a algunos centenares de miles y a Gianfranco Macri, en cambio, le blanquearon 35,5 millones de dólares. Sumando lo que blanquearon otros funcionarios nacionales y sus allegados, la versión no desmentida de Página/12 (que le costó el trabajo a Horacio Verbitsky) informó que ellos habían blanqueado 132,5 millones de dólares.
La versión que ahora cocina el macrismo con el FMI es aún peor, porque elevaría la edad en hombres y mujeres para gozar del beneficio y calcularía hacia abajo el monto inicial.

De eso no se habla.

Entre tanto sigue perdiendo volumen el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que durante el gobierno anterior se engrosó con fondos y acciones provenientes de las AFJP. Esos ahorros de jubilados y futuros jubilados corren peligro de muerte. Como consignaron los cables de agencias del 29 de junio de 2016, cuando el Senado aprobó el mamarracho: «se habilita al Estado a vender las acciones de Anses en empresas privadas hasta un siete por ciento de la cartera que debe permanecer en manos del Estado».
Según el Centro de Política Económica Argentina (CEPA), contando los atrasos de las jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares que paga Anses, a partir de aquella ley de diciembre de 2017, «la diferencia acumulada en contra del bolsillo de los jubilados es de $ 8.925».
La gente perjudicada son 13,2 millones de personas divididas en 6,9 millones de jubilados, 1,5 millón de pensionados y 4,8 millones de Asignaciones Familiares.
CEPA estimó que las jubilaciones perdieron 12 por ciento frente a la inflación, aunque la incidencia en este sector de los mayores precios de alimentos y medicamentos indicaría que la pérdida fue mayor en la práctica.
Se entiende perfectamente el presidente y sus ministros no quieran que el tema previsional se cuele en los debates de campaña. El duranbarbismo les aconseja no pasar por una sede del PAMI ni del Anses, no visitar ningún hogar de ancianos y tener muchísimo cuidado en el caso de los timbreos (suspendidos por largo tiempo como modalidad de campaña). No deben hacerlo en el domicilio de un jubilado. Saben que no la pasarían nada bien. Los viejos, pese a su edad, se acuerdan bien de la letra y música del hit del verano.
Un consuelo para Macri es que ya no está entre nosotros la entrañable Norma Pla movilizando frente al Congreso todas las semanas con el tesón de mujer y militante.
Por eso la campaña de Juntos por el Cambio gambetea asuntos como la reforma previsional y sus duras consecuencias sobre aquellos que están gastando sus últimos cartuchos, ojalá que sean muchos, de la vida.

Los otros tampoco.

Aquel 29 de junio de tres años atrás, la reforma antijubilados fue aprobada en la Cámara Alta con los votos de Cambiemos pero también de muchos senadores del Frente para la Victoria-Partido Justicialista. Entre ellos, del presidente del mencionado bloque, Miguel Pichetto, quien opinó que «el corazón del eje de este debate tiene como finalidad el pago a los jubilados y un compromiso y un desafío para el gobierno».
Ese senador fue responsable de haber acompañado y votado ese engendro, pero además ideó la «fórmula Pichetto», que incluyó la variación salarial, perjudicando a los jubilados en casi 3,5 puntos.
El candidato a presidente y su vice no quieren hablar de este asunto político que debería estar en un lugar destacado de los debates de campaña. Ellos prefieren hablar de la inflación de Venezuela y no de la de acá, que es de su propia cosecha no importa si de primer nivel o marca Pindonga, pero macrista pura. Prometen luces de fin de túnel cuando son las del tren que viene de frente. Acusan a sus adversarios de toda la corrupción reinante y no admiten para sí ni un poquito del Correogate. Hablan de la inserción en el mundo y no de la inmersión en el FMI. Agitan con la supuesta violación de derechos humanos en Venezuela pero acá compran las pistolas Taser y se van a cumplir dos años de la desaparición y muerte forzada de Santiago Maldonado. Esa muerte todavía deja muchísimas dudas sobre Patricia Bullrich y la Gendarmería, pero esta dupla decidió que es la mejor aula para jóvenes en un suerte de servicio militar.

Lo que no se entiende es que el Frente de Todos tampoco aborde aquellos temas tan importantes y no haga propuestas para combatir elincendio que consume a la Argentina.
En el caso puntual de la reforma previsional de 2017 y la amenaza de repetirla en 2020 por parte del macrismo, hay una triple razón para que Alberto Fernández no se plante ni dé una fuerte pelea.
La primera es que su política se permite fuertes críticas a Macri pero no a la entidad del FMI. La nueva reforma es de autoría fondomonetarista, de allí la moderación fernandista.
La segunda razón es que, de abrirse esta polémica, él o Cristina deberían dar algunas explicaciones de por qué ella vetó en octubre de 2010 el 82 por ciento móvil votado por el Congreso. Obvio, la oposición votó eso con mucho oportunismo y con otro voto miserable de Julio Cobos, pero de todos modos fue una cuestión polémica. Y habría que ver si la expresidenta mantiene su argumentación de entonces: «hay que seguir teniendo competitividad. Esto nos obliga a ser muy responsables. He vetado esta ley de quiebra que ayer sancionó el Parlamento».
La tercera razón por la que el FDT no pone este asunto en el podio de los debates de campaña es que varios de sus aliados y candidatos actuales, como Sergio Massa y su jefe de campaña Diego Bossio, dieron apoyo en Diputados al fraude contra los jubilados. El debate fue iniciado por el massista y presidente de la comisión de Previsión Social, Héctor Daer. ¡Cuántos recuerdos de pactos con Macri! Tanto el Frente Renovador como el Bloque Justicialista fueron aliados de Emilio Monzó para aprobar el engendro. Ellos hicieron el trabajo sucio que completó Pichetto en el Senado. ¿Están arrepentidos? Cri cri. ¿Hicieron alguna autocrítica de esa asociación lícita-ilícita con el gobierno que tanto dañó a los jubilados y a la población? No. No saben conjugar el verbo equivocarse en primera persona del singular ni del plural.
El Frente de Todos no quiere reflexionar sobre estos temas. Apuesta a que los jubilados voten contra Macri simplemente por el peso adverso del ajuste y el precio de los medicamentos.
En beneficio de Alberto Fernández hay que decir que, en medio de su tibieza light, prometió que el Estado subsidiará los medicamentos para que salgan gratis a los jubilados.
Ante las criticas, aquél contragolpeó: «algunos se escandalizan porque pagar los remedios de nuestros jubilados costaría 19.200 millones de pesos al año.
Esa es la cifra que la Argentina le paga a los bancos por sólo diez días de intereses de las Leliq. Prefiero que el dinero vaya a quienes trabajaron toda la vida».
Este ejemplo demuestra que cuando se confrontan propuestas, el macrismo pierde por goleada. Una pena que el fernandismo transite por un camino centrista, sin llamar a la gente a protestar en la calle contra el ajuste. Con movilización social y propuestas de fondo la victoria podría estar asegurada.

Artículo enviado por el autor para su publicación.

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