Pino Solanas y su histórico discurso sobre la cuestión energética en el senado

Macri con su equipo están perpetrando y están logrando lo que tenían planeado: pulverizar la soberanía energética argentina, en beneficio propio y de las empresas proveedoras para las que trabajan.

Senador Fernando Solanas

Senador Fernando Solanas

El senador y cineasta argentino Fernando «Pino» Solanas, expuso sobre la cuestión energética, la soberanía y las tarifas. Ofrecemos a nuestros lectores la versión taquigráfica completa y el video de Solanas en el Senado sobre la cuestión energética. En el marco del debate por la emergencia tarifaria, anoche finalmente el Senado de la Nación la hizo ley, aunque por poco tiempo, ya que el Jefe de Gabinete Marcos Peña anticipó que dicha ley ya fue vetada. En el debate, el senador Fernando «Pino» Solanas hizo su discurso sobre la cuestión tarifaria y, principalmente, la soberanía energética, tema del cual el legislador y cineasta acumula años de estudio.

Versión taquigráfica completa del discurso de Fernando «Pino» Solanas

«Sr. Solanas.- Muchas gracias, señora presidenta. Desde nuestro bloque, por supuesto, vamos a acompañar el proyecto que ha llegado de Diputados, que, si bien no encara o no enfrenta el problema de fondo, que es la crisis energética argentina –que es también la crisis de un modelo económico y político que hace agua–, es un paliativo necesario para poner freno a una política de abusos absolutamente injusta que castiga el bolsillo de los sectores más carenciados.Castiga, además, a las pymes; castiga también a grandes sectores de las capas medias, con una serie de tarifazos irracionales que dieron lugar a todo tipo de bromas, un poco trágicas, pero bromas. Se disfrazaron los tarifazos con las audiencias públicas, señora presidenta. Las audiencias públicas tuvieron más de teatralidad y farsa que de verdad. Hubo que esperar que la Corte Suprema de Justicia dijera ―hay que cumplir con la ley de regulación del gas, tenemos que pasar por la audiencia pública. Desfilaron 300 expositores que durante 5 minutos cada uno expusieron sus críticas, pero no hubo una sola respuesta a los planteos y críticas de esos 300 expositores.

Al día siguiente, los titulares de todos los medios daban cuenta de que se había cumplido con la institucionalidad. En realidad, señora presidenta, yo le quiero decir que ha sido brillante la política mediática del gobierno nacional, que llegó a convencer a la población de que estaba injustamente pagando muy poco la energía y que había que avanzar sobre los aumentos porque había que llegar, además, a acercarnos a la tarifa internacional. Sinceramente, cuando uno escucha estas palabras en boca de dos altos funcionarios de la Nación, como el presidente de la República y el ministro coordinador, que deben dar ejemplaridad y deben hacer un discurso que tenga que ver con la realidad y con la verdad, es sorprendente. La Argentina no tiene por qué pagar energía al precio del mercado internacional. Ese es un verdadero disparate. Sería aceptable si la Argentina importara el ciento por ciento de la energía que consume. Esto es como decir que está muy barata la carne y que el bife de chorizo en la Argentina deberíamos pagarlo como se lo paga en Londres, Tokyo o Nueva York. ¿Y por qué no? ¡Porque la carne es argentina, porque el gas y el petróleo son argentinos! ¡Somos productores de gas y de petróleo, estimados colegas!

El 74 o 75 por ciento del gas que consume la Argentina es extraído, procesado y distribuido en la Argentina. Le agregamos un 15 por ciento que importamos de Bolivia, y le agregamos un 11 por ciento del gas natural licuado que se trae de afuera que sí es caro. ¡Y, pícaramente, el señor ministro de Energía Aranguren tomó el precio del gas natural licuado como el precio total para fijar una tarifa de tipo energética! Solamente el 11 por ciento es caro. Acá se ha mentido mucho y se le ha hecho creer al pueblo argentino –esa es la victoria mediática– que ahora sí había que hacer un esfuerzo y pagar la energía lo que debía pagarse. Estoy diciendo esto porque lo sorprendente de este debate, y lo
sorprendente en estos dos años, es que no se han escuchado voces que cuestionaran un tema central: cuánto vale producir la energía en la Argentina. ¿Cuál es el costo de la energía en la Argentina? ¿Cuál es el costo del gas en la Argentina? No se han escuchado voces en los medios, no se ha escuchado a los técnicos y tampoco se han escuchado voces en los sectores de la oposición.

Señora presidenta: ¿de quién es el gas y el petróleo? De las provincias. Lo dice la Constitución Nacional. Se han hecho concesiones. Las petroleras tienen la función de sacarlo. Esa concesión tiene cautivo al usuario. Es una clientela cautiva, y el Estado es el árbitro de esa concesión. ¡Es inadmisible que el Estado –el gobierno nacional– no revele cuál es el costo de la energía, si es el que debe velar por la defensa de los intereses de la comunidad! ¿Cuál es el costo de la energía en este país? Está clarísimo cuál es el costo. Pero de ninguna manera el costo es 4,90, 4,95, 5 o 5,5 dólares el millón de BTU, como se paga hoy; y lo quieren llevar a 7,5. Voy a analizar esto un poco, porque acá hay una gran estafa. Hay una estafa a la buena fe de los argentinos que, además, creyeron que el gobierno decía la verdad.

El precio de producción de gas en la Argentina está entre 1,90 y 2 dólares el millón de BTU. Lo reitero, aunque lo dije desde hace más de dos años. Cuando se interpeló al ministro de Energía, señor Aranguren, lo primero que se le preguntó fue cuál era el costo de producción de la energía en el país. Se fue por la tangente y no contestó. Señora presidente: son lamentables las interpelaciones a los ministros, como lo fue la interpelación al ministro Caputo, cuando no contestó ninguna de las serias acusaciones que se le hicieron y se fue por la tangente. En esto le reconozco un grandísimo talento.

Lo cierto es que le hicieron creer al pueblo argentino que debían pagar la energía más del doble. YPF, primer productor de gas en la Argentina –produce el 49 por ciento del gas– , el año pasado declaró ante la Oficina de Valores de la SEC en los Estados Unidos –balance certificado– 1,90 el millón del BTU. ¿Cómo se compone este costo? El gobierno nacional o el gobierno provincial tienen la obligación de decirle al ciudadano cómo se compone ese 1,90 en boca de pozo. Pero, además de eso, podríamos decirles: ―Bueno, ¿ustedes quieren una amortización por la inversión? Agregamos un porcentaje por la amortización de inversión‖. Y tenemos que decirles: ―¡Quieren una ganancia razonable, por supuesto! Discutiremos una ganancia razonable‖.

Señora presidenta: en el año 2007 o 2006 se votó la prórroga del yacimiento más importante de la Argentina, que es el Cerro Dragón; una prórroga que se votó 10 años antes de cuando se debía discutir, porque vencía en el 2017 y en el 2006 o 2007 ya estaban discutiendo la prórroga. Fue una prórroga por 30 años. Panamerican Energy exigió en el contrato un precio sostén –para los 30 años– un piso. ¿Cuál fue? Fue 1,61 dólares el millón de BTU. Me dirán: ―Bueno, sí, pero eso fue en el año 2006 o 2007‖. Si tomamos la inflación de los Estados Unidos, ya que estamos hablando de tarifa dolarizada, el equivalente hoy sería 2,16 o 2,17 el millón de BTU. ¡Por supuesto que ninguno pensará que son tontos los de Panamerican Energy y que hicieron mal los cálculos!

Entonces, señora presidenta, la Argentina hoy está pagando el gas más caro del planeta, la Argentina está pagando el gas más caro. Japón, el Reino Unido y varios países de Europa que no tienen gas ni petróleo están pagando 4,5 dólares el millón de BTU –son los más caros– y nosotros estamos cerca de los 5 dólares el millón de BTU. Y si vamos a la comparación, porque le hemos oído al señor presidente decir cómo puede ser que nosotros estemos mucho más debajo de los países… ¡Mentira! La tarifa energética del español es el 2,6 por ciento de su salario, la del canadiense es el 2,5 por ciento de su salario y en la Argentina es el 12 por ciento del salario. Acá, sin contar la devaluación de ahora, el salario mínimo es de 450 o 460 dólares, y de 0,05 centavos el kilovatio. En Francia, es el 0,11 por ciento, pero el salario mínimo es 1.850 dólares. Entonces, sinceramente, estos argumentos han sido un grosero e inmoral embuste al pueblo argentino. ¿Pero cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que en gas hubiera un 1.200 por ciento de aumento, en electricidad un 1.600 o 1.700 por ciento de aumento y en agua un 550 por ciento de aumento? ¿Alguno se puso en el lugar de las grandes capas medias argentinas? ¡Y ni que hablar de quienes tienen que acudir a la garrafa! ¡Vergüenza mayúscula! Como la vergüenza del teléfono del pobre, que es el celular a tarjeta, que vale cuatro o cinco veces más. Este Congreso tiene una deuda con esas grandes mayorías empobrecidas por no haber exigido que el teléfono celular sea un servicio público y haber regulado la tarifa. Igual pasa con la garrafa. Entonces, estas son las grandes deudas que tenemos nosotros, ¡pero basta de embuste, señora presidenta!

Ahora, ¿por qué tenemos que pagar 5 dólares de promedio el millón de BTU y el plan oficial del señor Aranguren, que en el estratégico Ministerio de Energía actúa más como representante de las multinacionales internacionales que como defensor de los intereses de la Nación Argentina, de su industria, de las pymes y del usuario domiciliario? ¿Por qué? ¿Cuáles son las razones? Y ahí voy a un tema mayor, que es el proyecto argentino. No recuerdo bien el párrafo, pero escuché decir al senador Rozas que había que discutir el proyecto energético. Si hay dos temas centrales en la vida de las naciones y en el gobierno de las naciones, estimados colegas y señora presidenta, es la soberanía
alimentaria y la soberanía energética, debido a que la energía es el primer insumo de la cadena productiva. La Argentina, durante más de sesenta años, desarrolló la más importante política de Estado que tuvo y que hizo escuela, que fue luchar por la autodeterminación energética y el autoabastecimiento, y desarrollamos la primera y mayor industria hidrocarburífera del hemisferio sur.

En los años 60, exportábamos catalizadores para sacarle el plomo a las naftas a España, Italia y Francia. Los laboratorios de YPF exportaban catalizadores. ¡Y fue una máquina esa política sabia de Estado iniciada por Hipólito Yrigoyen, por los generales Mosconi y Baldrich, y con el apoyo decidido de ese otro gran presidente que fue Marcelo T. de Alvear! En siete años, multiplicaron cuatrocientas veces el capital de la compañía. Eran tiempos donde el rigor técnico era parejo al rigor ético en la administración de la compañía. ¡Mosconi no entregaba un lápiz si no le dabas el cabito del usado! Fueron detenidos él y Baldrich en la calle con el golpe del 6 de septiembre por comunistas, porque le rompió el mercado a las multinacionales comprando crudo a menos de la mitad de precio a la Unión Soviética de aquel tiempo. Tenemos una historia, señora presidenta. Esa política de Estado hizo escuela: la retomó el general

Cárdenas; en el año 36, nacionalizaba el petróleo en México. El senador Rozas hizo referencia a algunos momentos de lo que hemos perdido al perder la política petrolera y todo esto. Pero hay que ponerle la lupa a cuál fue la razón: la razón fue el fracaso estrepitoso de la política privatizadora. ¡Pongámosle las letras! ¡Ha sido un desastre! La Argentina se descapitalizó entre 250.000 y 300.000
millones de dólares al perder la soberanía energética en el país. ¡Ni qué hablar del destrozo que hicieron de todo el capital de YPF: los equipos, la flota naval, todo lo que tenía YPF! No puede avanzar ningún país ni su clase dirigente si no tiene la grandez, la valentía y la honradez política de revisar críticamente la historia y de revisar críticamente sus actos. Los dirigentes que no son capaces de asumir sus errores, lejos de crecer se empobrecen. Por el contrario, aquel que reconoce sus errores sigue despertando la confianza, que es lo último que puede perder un dirigente frente a los ciudadanos. ¡Ha sido un desastre en la Argentina! La Argentina se colocó un revólver 38 largo en la cabeza con la privatización del petróleo. Un verdadero desastre fue, paralelo al endeudamiento externo. Entonces, señora presidenta, hay que hacer historia de esto. ¿Y por qué nos llevan ahora a la tarifa más cara del mundo? Léase el mensaje: ―No podrás desarrollar tu industria con ese precio de la energía‖. No lo digo yo, señora presidenta: ¡no me mire así! ¡No me mire así! ¡Hasta Rocca, de Techint, lo dijo en un foro en Nueva York! Con este precio de la energía, no tiene destino la industria nacional.

¿Cuál es el proyecto argentino? Lo que no discute la dirigencia argentina es el proyecto nacional estratégico. ¡No lo tenemos! ¡No tiene destino estratégico la Argentina con una energía al costo que tiene! Lo podemos discutir; pero acá, en los años precedentes, se han tomado muchas medidas sin discutir el proyecto energético. ¿Y por qué? Y voy a tocar un tema que me llama la atención, que no mencionó ninguno de los que he escuchado hoy, que dijeron cosas muy importantes. No voy a enumerarlas porque me voy a quedar sin tiempo. La tarifa alta argentina no es otra cosa que hacerle pagar al ciudadano el modelo de la fractura hidráulica llamada fracking. La quimera de oro es tan inteligente que la ecuación económica de inversión para sacar la energía es casi pareja y, a veces, menor de lo que está sacando. ¿Me escucharon lo que dije? El fracking en la Argentina, más allá del desastre ecológico que significa… ¡Y a mí me lo han dicho ingenieros que están en pozos de fracking, porque yo los he visitado y hasta los he filmado! Y les advierto que mi relación con la energía no es advenediza. Cuando tenía 21 años, era secretario privado del creador de Gas del Estado, el ingeniero Julio V. Canessa. Les estoy hablando de mayo de 1958. Fue el primer presidente de Gas del Estado cuando Perón funda Gas del Estado en el año 47. Once años después, Frondizi lo nombra presidente de Gas del Estado y yo fui uno de los tres secretarios. Julio V. Canessa fue discípulo de Mosconi y fue el primer director de la Destilería de San Lorenzo. Era un hombre de un rigor absoluto que nos decía que ―todo podemos hacer‖, ¡todo!, ―solo es cuestión de tiempo y de organización‖. Entonces, señora presidenta, es muy preocupante esto.

¿Y por qué la Argentina paga el gas más caro del mundo? Porque la explotación con la técnica de la fractura hidráulica en Vaca Muerta es carísima: cuesta cinco o seis veces más que sacarlo en los Estados Unidos porque está a 3.000 metros de profundidad. Está el tema de la inversión energética en toda la construcción del yacimiento y en el abastecimiento del yacimiento, con multiplicación de camiones que deben abastecerlo trayendo agua, arena para la fractura hidráulica, más las decenas o cientos de componentes químicos que sirven para hacer la minería invertida, es decir, esa minería con explosiones, pero no arriba sino abajo, en el subsuelo. De hecho, no hay ningún ingeniero en la tierra que te pueda decir que esos seis, siete u ocho caminos horizontales que van a caminar horizontalmente 3.000 metros de profundidad 400, 500 o 600 metros, no van a tener quebraduras con los años.

¡No me miren raro! Todos los años las petroleras denuncian entre cuatro mil y seis mil accidentes en los pozos. Los que denuncian, porque después hay cientos que no de denuncian. ¡Esto es muy grave! ¡No sé si algunos registran que estamos en el ojo de la tormenta del calentamiento global, del cambio climático, señores senadores! ¡Del cambio climático! Una tragedia que no podemos dominar. Y por eso, el año pasado se inundaron decenas o cientos de pueblos en la Pampa Húmeda que nunca se habían inundado. Porque la otra locura, en búsqueda de rentas, arrasó con el bosque nativo: la sojización no respetó nada. ¡En el ojo de la tormenta! Nosotros no podemos tener un modelo nacional ni un modelo energético sin considerar ni respetar la ―casa común‖, como diría el Papa Francisco. ¿Cuál es la ―casa común‖? Es la naturaleza, es el suelo y es el aire. Entonces, estamos en un modelo que, por un lado, vota todo el mundo –las COP21 y 22–, diciendo que vamos a reducir el calentamiento global, pero ha puesto todas las fichas en un modelo altamente generador de gases de efecto invernadero. El 90 por ciento de la energía nacional, la matriz energética nacional, es a base de energías fósiles. La mayor parte son hidrocarburos: gas y petróleo y, en menor medida, el carbón.
Con la inversión brutal que se hace a un costo brutal, se podría generar el doble o el triple de energías limpias, renovables y alternativas de las cuales la Argentina tiene un potencial único en el mundo: somos unas de las tres regiones con energía eólica constante del mundo. Acá es muy difícil que no tengas vientos. ¡Ni hablar de los valles cordilleranos y la Patagonia! Están también las costas oceánicas. ¡Ni que hablar de la energía fotovoltaica, la energía solar! La región de la Puna de Atacama, junto con el desierto del Sahara, son las dos regiones donde llega más energía por metro cuadrado.

No hay una sola fábrica de energía solar. Chile las tiene. Uruguay genera el 70 por ciento de su energía eléctrica con energía eólica y fotovoltaica. Señora presidenta: estos son los temas del modelo energético nacional que tenemos que discutir porque la energía es un derecho humano y universal garantizado por la Constitución Nacional y los pactos internacionales que incorporó la Reforma del
94 en la Constitución Nacional, por ejemplo, el Pacto de San José de Costa Rica. Tenemos que preocuparnos. No quiero ofender a nadie, de ninguna manera. Tengo una relación afectuosa –no soy un hombre rencoroso– con todos los senadores He escuchado atentamente los discursos. Las dos grandes tradiciones políticas que están en esta casa, el radicalismo y el justicialismo, tienen una tradición de defensa del interés nacional y de la energía que hizo escuela y fue modelo en el continente y en el mundo. Yo creo que nos debemos una revisión crítica, seria y profunda del modelo energético nacional. Sinceramente, señora presidente, creo que esto es un fracaso estrepitoso. ¡Hasta
en la luna sienten el ruido de este fracaso! ¡Es inconcebible! ¿Y por qué digo que es inconcebible? ¡Porque somos los mayores hijos de la pavota del planeta, señora presidenta! ¿Cómo es posible? Hacemos fracking en Vaca Muerta asociados a empresas internacionales, multinacionales, que han destrozado territorios enteros donde estuvieron, con contratos secretos por los que hubo que hacer recursos de amparo ante la Corte Suprema para que los entreguen, como el caso de Chevron. Y cuando lo entregaron ahora con este gobierno, en febrero de 2016, ¡lo entregaron con tachaduras!

¡Con tachaduras! Pero no entregaron los contratos con Dow Chemical, el contrato con Total. Todos esos contratos son secretos. ¿Por qué? Y porque, la verdad, son el espejo y el testimonio –voy a utilizar una palabra grosera o quizás fuera de contexto– del curro o pito catalán a la Nación. No son las empresas: no es YPF ni Dow Chemical, no es YPF ni es Chevron. ¡Son empresas off shore, un collar de empresas off shore creadas por YPF y las otras multinacionales para escapar a todo control de los Estados! ¡Para escapar a todo control de los Estados! ¡Tienen beneficios y exenciones impositivas fabulosos! ¿Y cómo es posible entonces todo esto? ¡Se pueden llevar todo lo que ganan! ¡Tienen libre disponibilidad de las divisas, se la llevan y no invierten! Pero voy a decir más. Acá, señora presidenta, la cuestión es cómo acabamos con los subsidios a las petroleras. Porque, ¿quién paga la diferencia? La pagan todos los que tienen automóviles, los que tienen transporte, los que tienen tractores, por el aumento exponencial del precio de los combustibles. Desde el año 11 al 17 –escuchen la cifra– son más de 30.000 millones de dólares que los usuarios han pagado en forma directa por ese aumento exponencial de la tarifa. ¡Con ese dinero se podrían haber comprado todos los activos hidrocarburíferos de la República Argentina! No estoy diciendo una tontería. Cuando en el año 13 o 14 se negoció la compra del 50 por ciento de YPF, fueron 5 mil millones de dólares –6 mil con intereses–, el 50 por ciento. YPF tenía en ese momento casi el 33 por ciento del mercado. Compramos la mitad, es decir, el 16 o 17 por ciento. El ciento por ciento eran 30 y tantos miles millones de dólares. Con los que les hemos dado a cambio de nada por el llamado ―barril criollo‖ para que vinieran las inversiones, les dábamos un precio de 7,50 por el gas no convencional que en ninguna parte del mundo se lo pagan. Con ese precio sostén, nosotros podríamos haber comprado todas las inversiones. Inclusive, se dio en épocas de la baja. Recuerden que en el año 14 el petróleo llegó a 28, 29, 30 dólares el barril. Para ir terminando, yo quiero hablarles a todos los colegas, a todos. Es un suicidio que la Argentina siga insistiendo en estas recetas. Es poco serio que encerremos el debate en si el proyecto de Diputados o el otro…

La Argentina está en una encrucijada, señora presidenta, y muy grave. Porque a nadie se le escapa que si el gobierno no puede hacer votar ni su proyecto energético, los muchachos del Fondo pensarán: ―¿Podrán con las otras diez, doce medidas que les vamos a pedir para el crédito stand by?‖ ¿Podrán hacerlas votar? No se puede hacer pasar un elefante por el ojo de la cerradura. Por eso digo, no hay peor enemigo que la soberbia y encerrarse. Si el gobierno no cambia… Todos deseamos que cambie por el bien de la Argentina. No soy de los que creen que cuanto peor le vaya, mejor. No. El gobierno debe terminar su mandato constitucionalmente el 10 de diciembre del año que viene. No cabe la menor duda. Necesitamos que este año y medio que debe transitar sus políticas provoquen la menor cantidad de daños al pueblo argentino. Pero, además, que se gobierne con la verdad, que no se gobierne más con embustes, como este caso de la tarifa. En Argentina el gas no puede costar el millón de BTU más de 2.50, 2.40, ó 2.60. México paga 2.80, Estados Unidos 2.60, Canadá casi 3, Bolivia por ahí, Colombia por ahí.

Es el modelo lo que tenemos que cuestionar. ¿A qué vamos a apostar? Hay yacimientos mejores que el de Vaca Muerta. Están en el océano Atlántico. ¿Por qué no se explotan? Porque es carísimo explotarlos. Se necesitaría un barril de petróleo a 110, 120 ó 150 dólares. ¿Qué es lo que vamos a privilegiar? Termino diciendo que lo que hay que privilegiar es el por qué y el para qué lo hacemos. ¿Por qué estas medidas? ¿Para quién? Tenemos que consensuar medidas que le den tranquilidad, felicidad y perspectiva de progreso y seguridad al pueblo argentino, empezando por los sectores más necesitados. Tenemos que privilegiar, en el mismo sentido, la defensa del medio ambiente y la naturaleza. Entonces, hago una invitación a todos los colegas. Tengo mucho respeto y amistad con colegas radicales. Vengo del tronco nacional, vengo de FORJA, vengo del peronismo del 45, vengo del abrazo de Perón con Balbín. No queremos un país unificado, tonto. Queremos un país plural, con diferencias, pero con respeto, diálogo, democracia y ética pública. Es sagrado. Lo que es del pueblo es sagrado.

Por supuesto, en este momento es necesario dar una señal porque el gobierno no ha querido ir. Se lo hemos dicho de todas las maneras. Nadie puede decir que este Congreso le puso el palo en la rueda al gobierno de Cambiemos. Este Congreso acompañó y le aprobó una enorme cantidad de sus leyes principales. Tampoco el sindicalismo salió a hacerle paros a lo loco ni cosas por el estilo. Nosotros tenemos un deber. El primer deber es defender los intereses de la Nación. A veces escucho a senadores que defienden más los intereses de sus provincias que los intereses del conjunto de la República. Cada provincia es parte de algo mayor y más sagrado por el cual dieron su vida miles de argentinos, que es la República Argentina. Muchas gracias a todos».

Video: HISTORICO discurso de Pino Solanas por la ley de emergencia tarifaria

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