24 de Marzo del 2017: Desechos humanos contra Derechos Humanos

Cambiemos es ese pedazo grande de Argentina que dijo "algo habrán hecho", que equipara la lucha de combatientes revolucionarios a un estado criminal para quedarse en un justo medio donde puedan decir "yo argentino".

24 de Marzo del 2017: Desechos humanos contra Derechos Humanos

Diputados del PRO y de la Unión Cívica Radical manifestando en contra del Día de la Memoria, en la Casa Rosada, en Buenos Aires, Argentina.

Por Carlos Balmaceda. El afiche con el que posan los diputados de Cambiemos dice «Nunca más a los negocios con los derechos humanos».
Que es como decir «Se acabó el curro de los derechos humanos»
Que es como decir «No fueron 30.000, fueron 9000»
Que es como decir «Prefiero 9000 verdades a 30.000 mentiras»
Que es como decir «Los argentinos somos derechos y humanos».

El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia es el día en el que se conmemora en Argentina el aniversario del golpe cívico-eclesiástico-militar del 24 de Marzo del año 1976; donde se evoca a los muertos y desaparecidos.

Cambiemos es el partido de la dictadura.

Representa los intereses de Blaquier, que aportó 250 millones de pesos a la dictadura para reprimir y torturar.
Que dispuso de sus vehículos en Jujuy para secuestrar y desaparecer a 40 obreros en el ingenio Ledesma, en la llamada «Noche del apagón».
Blaquier es el que negociaba en la CAL dejar sin obra social, turismo ni aguinaldo a la clase trabajadora de entonces.
Blaquier, es el sobrino de Pedro, que hace dos meses pretendió jugarse en una timba off shore la plata del ANSES con el emir de Quatar.
Blaquier es Pedro, el que solo fue rozado por la justicia, cuando la india brava Milagro Sala se llevó puesto un juez y por presión popular, logró que lo citaran.
Blaquier es Cambiemos y Cambiemos es entonces la dictadura.

Cambiemos son los casi 200 intendentes radicales aportados a la dictadura.
Cambiemos es la corrupción de la dictadura hecha autopistas, que ahora revive en Calcaterra.
Cambiemos son los directivos de Ford y Mercedes Benz entregando las listas de sus comisiones internas, que ahora, en versión light, despiden empleados públicos con leyendas en el display de ingreso, los controlan con agentes de inteligencia, y espían sus redes sociales.
Cambiemos es ese pedazo grande de Argentina que dijo «algo habrán hecho», que equipara la lucha de combatientes revolucionarios a un estado criminal para quedarse en un justo medio donde puedan decir «yo argentino».
Cambiemos es Franco Macri entregando 0 kilómetros a los grupos de tareas, para decepcionarlos, una vez llegada la democracia, porque, como el traficante sin patria que es, los abandonó a su suerte.
Cambiemos es la afirmación imbécil e impune, porque «nunca más a los negocios con los derechos humanos», nos está diciendo exactamente que:
-No nos importan los juicios a genocidas.
-No nos importa la reparación a las víctimas.
-No nos importa la reivindicación de las grandes luchadoras: Madres y Abuelas.
-No nos importa la señalización de los centro clandestinos.
-No nos importa la evocación en las aulas.
-No nos importa ni esta masacre ni ninguna otra, porque cada masacre, los fusilamientos del 56, el bombardeo del 55, los obreros patagónicos del 21, los radicales del 33, los anarquistas torturados de la década infame, son la confirmación de nuestro dominio de clase, y recuerda nuestro lugar de cómplices y verdugos.

El afiche de Cambiemos, tan cobarde que lo acompaña otro, cagón y mentiroso que reza «no a la interrupción del orden democrático» (interrupción le llaman a la imposición brutal, a la masacre, a la implantación de un estado fascista, a la tortura y la desaparición), tan insuficiente, tan miserable y tramposo, que ni siquiera da remota idea de lo que fue ese horror, tan escondedor que tiene que ir, como todo balanceo burgués, acompañado por otro que deja en medias tintas la cosa «no al negocio con los derechos humanos«, es una demostración cabal, gráfica, demoledora de quienes son.

Si hay una grieta en el país la representan los que reivindican el espanto, los que por no soportar las políticas de derechos humanos de los gobiernos kirchneristas, le andan contando las costillas a Néstor y Cristina con los homenajes que no hicieron, con los habeas corpus que no presentaron. Los sostenedores y cómplices, tolerantes con la dictadura, vienen a decir que aquello fue un negocio, que todo fue mugre en el kirchnerismo, equiparando en dos afiches la dictadura representada en una «interrupción», y el «negocio» que ellos cuentan en presupuesto para las Abuelas y su búsqueda, en la reparación histórica a ciudadanos torturados por el estado argentino, en la recuperación de edificios que son símbolos del mal.

En tiempos violentos, por la boca del fusil muere y mata el fascista.
En tiempos de democracia, aún debilitada como ésta, el fascista muere por su boca y sus actos.
Pero eso sí, todos los días nuestra palabra le tiene que dar una palada más a esa tumba.

Fuente: Carlos Balmaceda

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