El arte de mentir y los argentinos

Friedrich Schiller, cuenta en su poema, que cuando el sacerdote enamorado de la diosa de la verdad, le arrancó a la medianoche su ultimo velo, descubrió algo que lo privó para siempre de sus sentidos y su fe en el mundo, su alegría de vivir.

Scioli y Macri en el último debate presidencial

Scioli y Macri en el último debate presidencial

Por Carlos Pedemonte. (*) El asno de Buridán, para su pesar, aprendió filosofía junto a su dueño. El pobre burro está entre dos manojos de heno, de un lado un hato y del otro lado, una copia exactamente igual.

La mentira es la realización en la palabra, de lo que es imposible en los hechos.

El dilema

El asno de Buridán, para su pesar, aprendió filosofía junto a su dueño. El pobre burro está entre dos manojos de heno, de un lado un hato y del otro lado, una copia exactamente igual. El asno piensa, “esto no es posible, no existen dos atados de hierba, ni existen dos mundos.» Uno es el auténtico y el otro debe ser falso, o bien ambos son imaginarios y ninguno es verdadero.” El asno había descubierto el DILEMA. Buridán, su amo, no supo resolverlo y se pasó la vida sin disfrutar ninguno. Ni el real, que negó con la razón, ni el imaginario, que negó con los sentidos.

La mentira y la verdad

En la historia de los tiempos existieron muchos falsos profetas, que llamaban la atención por ser movedizos y cambiantes, saltaban entre los dioses, cambiaban de opinión, de figuras ideales, de imaginación y de posibilidades. En cambio, los profetas de la verdad se aferraban al cuerno del templo, echaban raíces donde estaban parados y no querían moverse de allí. La verdad odia el movimiento, es estática y hace trinchera en el lugar, en el espacio, en el tiempo o en la idea. La verdad ha inculcado en el pueblo crédulo, que la mentira tiene patas cortas, cuando en realidad, todo lo que existe en el mundo, juego de luces, de figuras, cambios, acción y esperanza, eso es solo creación de la mentira. Los antiguos hindúes pensaban que había dos mundos, uno era el Maia, una ilusión, es decir una mentira, que se encarna en el mundo que vivimos, y el otro mundo, el verdadero, el Nirvana, el vacío total, la paz eterna, el ser puro, la nada. Pero la verdad no es siempre tan franca como en la India, se esconde bajo siete velos; su arte mayor es la mentira. Friedrich Schiller, cuenta en su poema, que cuando el sacerdote enamorado de la diosa de la verdad, le arrancó a la medianoche su ultimo velo, descubrió algo que lo privó para siempre de sus sentidos y su fe en el mundo, su alegría de vivir.

Epimenides, decía que todos los hombres son mentirosos; esto, si era verdad, lo involucraba también a él, creando una paradoja sin solución. Aunque se equivocaba en algo, no todos son buenos mentirosos. La mayoría son mentirosos con conciencia y se avergüenzan de ello. Mentirosos bien dotados hay pocos. Hay muchos profesionales de la mentira, más de lo que se cree, pero los mentirosos geniales son escasos, se pueden contar con los dedos de la mano. Sus nombres están escritos en oro y mármol, y la humanidad les rinde homenaje. El cualquier tribunal se encontrará escrito: «La justicia es la base de los gobiernos«,  o como en Francia, las letras místicas: LEF, que significan, «libertad, igualdad, fraternidad».

Las mentiras de estos profesionales, están bien construidas, parecen verosímiles, no dan ganas de apartarse de ellas, son más atrayentes y vívidas, mucho más posibles que esa vida gris, fea e imposible, llamada realidad. Ahí reside el secreto del éxito, que solo los embusteros alcanzan. Los tiempos cambian y los hombres se cansan de una mentira y pasan a otra, las mentiras son multicolores, multifaciales, se adaptan a toda época, país o terreno.

Peligro

Hay un solo peligro, cuando la mentira se engaña a sí misma, proclamándose como verdad. Al tomar una mentira y hacerla verdad, se sale del terreno de la fantasía, se osifica, e invade los dominios de la lógica árida, entonces se vuelve BANAL.

Dice bien Abraham Coralnick (1), que hubo pocos teorizadores de la mentira, uno de ellos fue el pensador francés Paulban, al afirmar en un libro «La mentira del universo», lo siguiente: «la mentira es la realización en la palabra, de lo que es imposible en los hechos«, es la sustitución de un mundo de alcances limitados, por otro de posibilidades ilimitadas.

Pero, las grandes mentiras se han enroscado en el cuerno de un altar, en torno a ellas, los sacerdotes rígidos, fanáticos, que han olvidado su origen y han convertido a la mentira bella y luminosa, en una momia de la verdad imposible.

Los argentinos, como el asno, seguimos buscando entre dos manojos de heno recién cortado, en medio de los cuales perecemos de hambre.

(1) Gentiles y Judíos, Abraham Coralnick, Editorial Gleizer (1938)

Carlos Pedemonte: [email protected]

(*) Enviado por el autor para su publicación

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