La real fuerza bruta contra la inteligencia que no olvida
Ya está bien. No podemos saber cuánto tiempo más tendremos que soportar esta monarquía, este escarnio, esta sucesión de familiares corruptos, de parásitos próximos, de escándalos, que sigue los pasos de la corte de los milagros que narrara Valle-Inclán. No sabemos a qué punto de codicia llegarán estos incompetentes empresarios que viven satisfechos en esta corte de los milagros, en que, mientras el país se hunde, el jefe del Estado se marcha a cazar elefantes.
Por Higinio Polo – Matar elefantes – A veces, los días nos traen burlas renovadas en las fechas más inesperadas. En un 14 de abril, aniversario de la digna República española, llegan las noticias de que Juan Carlos de Borbón (a quien los ciudadanos podían suponer preocupado, es un decir, por el estado progresivo de ruina del país, trabajando para sacar a España del hoyo) ha sufrido un accidente mientras se encontraba en Boswana, a donde había ido a cazar elefantes, una ocupación que, por lo visto, debe considerar imprescindible, con la que está cayendo.
Si hubieran podido, como en otras ocasiones, sus cortesanos y funcionarios del besamanos hubieran ocultado los hechos. No ha podido ser, y podemos imaginar el manojo de nervios que son ahora esos cortesanos que dan servicio a la monarquía, con el dinero del ciudadano, para limitar los daños, para tapar el despilfarro de aviones privados utilizados por el monarca, para pedir que se cierren páginas web de la empresa que organiza esos safaris millonarios, para retirar todas las imágenes del rey que puedan aumentar el escándalo. Seguro que los teléfonos arden en el palacio de la Zarzuela, agobiados no por la sucesión de escándalos, sino porque los ciudadanos los conozcan: del palacete del hijo, pagado con el dinero público, al abuso de los centenares de criados y personas a su servicio; de los viajes de relajo, a la corrupción de Urdangarín, a los negocios turbios, a tantos episodios de la regalada vida del monarca. Sólo le faltaba una historia de safaris millonarios en el preciso momento en que España atisba el fantasma de la ruina, de la intervención y del “rescate”. Ya está bien.
Los elefantes son unos animales muy especiales: inteligentes, complicados, tiernos, poderosos y divertidos. – Cynthia Mos
Seguro que no cree que el país merezca una explicación. ¿Va a darlas la peculiar Casa Real, ese organismo absurdo que gasta lo que no tenemos? Seguro que esos funcionarios reales encuentran razonable gastar una verdadera fortuna en un viaje inútil y ostentoso, aunque se hubiera mantenido oculto de no ser por un inoportuno accidente. Seguro que no les importa que se siga desvalijando al país.
Matar los elefantes es simple, pero sólo para la gente que no han visto elefantes saludarse unos a otros con berridos de alegría; que no han visto a elefantes adultos, junto a las crías correr y jugar por una zona arcillosa y abierta a la luz de la luna; que han visto elefantes tratar de alzar y sujetar a un compañero herido; que no han visto a una hembra quedarse al lado de su bebé muerto durante cuatro días; o que no han visto a una cría de siete años acariciar y frotarse y olisquear la manibula de su madre muerta – Cynthia Moss
Ya está bien. No podemos saber cuánto tiempo más tendremos que soportar esta monarquía, este escarnio, esta sucesión de familiares corruptos, de parásitos próximos, de escándalos, que sigue los pasos de la corte de los milagros que narrara Valle-Inclán. No sabemos a qué punto de codicia llegarán estos incompetentes empresarios que viven satisfechos en esta corte de los milagros, en que, mientras el país se hunde, el jefe del Estado se marcha a cazar elefantes. Si tuviera dignidad, si mirase un instante la charca pútrida, la asfixiante atmósfera en que se ha convertido el país, si reparase en el sufrimiento social que el despilfarro y la incompetencia de los suyos han creado, Juan Carlos de Borbón abdicaría de inmediato y España terminaría con una servidumbre que será duramente juzgada por la historia. Parece una broma de mal gusto, pero no lo es: para combatir la crisis en que nos han metido, Juan Carlos de Borbón se va a matar elefantes.
Ya está bien.
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