Por Emilio Marín. Millones de personas en el país y el mundo querían ver un partido clave de la Libertadores. Fueron defraudados y no sólo porque se disputó sólo un tiempo. Lo grave fueron los ataques a jugadores de Ríver y otras provocaciones en la Bombonera.
El cronista es hincha de la Banda y mechó por primera vez una columna sobre temas deportivos a raíz del descenso de ese club en junio de 2011. Han pasado casi cuatro años y otra vez hay un artículo sobre la pelota, o sea que no le disputa espacio a los colegas de La Chueca, que saben de fútbol muchísimo más.
Antenoche estaba con su hijo Ernesto y su nieta Morella comiéndose las uñas, al inicio del partido. Ella, de cinco años, tenía puesto por cábala paterna una camiseta de Ríver con el 7 en la espalda, de Trezeguet, lo que le llevó a pensar que hay que comprarle otra con alguien del actual plantel, aún cuando lleve el logo de un banco tan cuestionable como el BBVA-Francés, ¡que también viste a Boca!
El primer tiempo fue bastante parejo y el equipo de Marcelo Gallardo lo pudo controlar bien, además jugaba con la ventaja del partido en el Monumental. El local, que en todo el mes anterior había proclamado su absoluta superioridad, no estaba bien. Eran dos equipos que no se sacaban ventajas.
El pucho del hijo en el entretiempo. Morellita que se trenza con su abuela Irina, que es de Boca. Y ya listos para ver el segundo tiempo, en vez de fútbol se vio una agresión grave contra jugadores de Ríver y la redonda que se fue a morir al Riachuelo. A partir de allí se escalonaron los episodios, más políticos, policiales y judiciales que deportivos, que aún duran.
“Diez inadaptados”, la frase estúpida de siempre
El presidente de Boca, Daniel Angelici, declaró que todo fue causado por “diez inadaptados” y les gustaría identificarlos para expulsarlos del club. Las retinas del cronista vieron mucho más que diez loquitos. Hubo sí un grupo que concretó la agresión en la manga por donde ingresaban los visitantes a jugar el segundo tiempo. Fue una asociación ilícita de más de tres, con preparación para adquirir los elementos (sea gas pimienta u otros preparados químicos) e ingresarlos al estadio o con antelación, dejándolos en depósito.
Otros diez inadaptados habían colgado una bandera: “Si nos cagan otra vez de la Boca no salen vivos”. Hay que ir sumando, diez más diez, van veinte inadaptados…
Una vez que la agresión se llevó a cabo, casi todo el estadio cantaba “sos cagón, Ríver sos cagón”, dándole cobertura política y sentimental al grupo cuasi criminal.
Con varios jugadores muy afectados, con quemaduras de primer grado según el médico del control antidoping y con serias dificultades en la visión, tampoco fue una minoría la que festejó la provocación del drone. Se elevó así una bandera del fantasma de la B, aludiendo al descenso del rival en 2011, que se posó arriba de jugadores riverplatenses, en el centro del campo de juego.
Varias personas deben haber entrado con el avioncito y lo pusieron a andar en la tribuna, sin inconvenientes. Gran parte de la multitud festejaba la provocación, sin importar que se había agredido a jugadores con gases tóxicos. Fue como pegarles cuando estaban en el suelo.
La forma de presentar las cosas por parte de Angelici es falsa. Decir que son “diez inadaptados” es sacarle el glúteo a la jeringa. Los barras bravas de todos los clubes, no sólo de Boca, se cuentan por centenares, aludiendo sólo al núcleo duro. Y están alimentados por la dirigencia de cada entidad, como en Boca, según los análisis y datos de especialistas como Gustavo Grabia (TyCs y Olé), referido a trapitos, reventa de entradas, empleos, etc.
Mauricio Macri, el que manda en Boca
Que en una cancha se haya podido ingresar los materiales para una agresión tal alevosa contra jugadores supone responsabilidades compartidas entre la seguridad privada del club y la policía, Federal y Metropolitana.
Siendo un evento organizado por un club, la responsabilidad es sobre todo del organizador, Boca Juniors. Los hechos probaron el fracaso de su seguridad, a cargo de una empresa con centenar de empleados con pecheras color fluor. Las imágenes mostraron que cuando el agresor de cara tapada estaba en plena faena de cortar la manga, uno de esos empleados de seguridad observabas sin hacer nada.
Tiene razón Sergio Berni cuando dijo que la seguridad dentro del estadio corresponden básicamente al club. Por cierto que los efectivos de la Federal no actuaron para diez puntos, como los encomió Berni, en forma de alabarse a sí mismo.
A la medianoche, Ríver necesitaba retirarse a los vestuarios, la Policía Federal debió desalojar la parte de la tribuna colindante con la manga, para que no se arrojaran botellas y otros objetos contundentes, que impidieron esa retirada. La Federal no lo hizo. Haber puesto sus escudos a manera de manga suplementaria no la hace acreedora a un elogio.
Boca es un club de amplia base popular, pero su dirigencia es oligárquica desde hace muchos años, desde que Mauricio Macri derrotó a Alegre-Carlos Heller. Y sigue siéndolo hoy, con Angelici y otros dirigentes como el vice 1, Oscar Moscariello, legislador del PRO. Su secretario de Seguridad en el club fue Carlos Stornelli, el fiscal ligado al PRO y organizador de la marcha del 18F. Ahora en la causa por el atentado de antenoche interviene el fiscal general de la Ciudad, Martín Ocampo, estrechamente ligado al macrismo.
Sería bueno que Macri no se esconda como Angelici durante todo el escándalo del jueves. En este sentido tuvo razón Florencio Randazzo cuando comentó, de paso por Río Cuarto: “seguramente hay dirigentes políticos que tienen que ver con lo sucedido. Imagínese usted si Angelici en vez de ser un socio de Macri sería un hombre del kirchnerismo lo que hubieran dicho. No hay objetividad”.
Fernando Niembro aprovechó para hacer campaña PRO
Arruinado el espectáculo deportivo, el cronista alternaba la Televisión Pública con Fox: en la primera estaban Pollo Vignolo y Alejandro Fabbri, y en la segunda Mariano Closs y Fernando Niembro. En general el tono fue muy crítico con lo sucedido, cayendo en la volteada la Conmebol y la AFA, la Policía, etc.
Llamó la atención el tono politizado de Niembro, otro connotado macrista que será candidato en las próximas elecciones, de centrar sus cuestionamientos hacia la Policía Federal, tiro por elevación hacia Berni y el gobierno nacional. Dijo que el bochorno no afectaba tanto la imagen de Argentina hacia el exterior como “hacia el interior, los argentinos”. Pareció una forma sibilina de sugerir que el país es un desastre y hay necesidad de un cambio político, con Macri…
En esos programas y otros que siguieron hasta la madrugada, y ayer nuevamente en esos y otros medios, se cuestionó la actitud de la mayoría de los jugadores de Boca. Es que quisieron jugar de cualquier manera el segundo tiempo, ante rivales que estaban heridos por una agresión de un sector de su hinchada.
En vez de salir juntos, y de paso terminar con una larga agonía, los muchachos de Arruabarrena se negaron a obedecerle cuando fue a pedirles eso. No le hicieron caso. El “Vasco” encabezó ese retiro, pero sus dirigidos se quedaron y bajo la batuta del impresentable Agustín Orión, saludaron primero a los mafiosos de La Doce.
Mientras duró el pico de sufrimiento de Poncio, Kranevitter, Vangioni y Funes Mori, el único jugador boquense que se acercó a preguntar cómo estaban fue Daniel Osvaldo. Al resto pareció importarle un comino si vivían o no. Es muy posible que si Riquelme hubiera sido el capitán, habría tenido una actitud más correcta. Orión no la tuvo.
Fútbol profesional: negocio, no deporte
Para erradicar la violencia hay que aplicar sanciones duras a los clubes que la permiten, como en la Bombonera. Hoy la Conmebol dará a conocer una grave pena, tras su reunión de urgencia en Paraguay. Como dijo Sarmiento, “la letra con sangre entra” o la más contemporánea, “somos hijos del rigor”.
Después hay que proseguir con una tarea educativa que Fútbol para Todos había comenzado por tolerancia entre hinchadas y dejó trunca. Esta función debe darse desde la cuna, la familia y la escuela, en los medios, etc. Algo se hizo, pero falta una enormidad.
En lo político también deben cambiarse la AFA y la conducción de los clubes. Gruesos nubarrones, peores que los de antenoche, surcarán el cielo si personajes como Marcelo Hugo o Hugo el camionero accedieran a la presidencia de AFA.
Esos personajes, más empresarial uno y más capo mafia el otro, coinciden en ver el fútbol como negocio. Y allí, en la ganancia o pérdida de millones de pesos, en los contratos con el grupo Clarín e incluso con la pauta publicitaria del Estado y FPT, se encuentra el virus de la violencia y la deslealtad de ganar a cualquier costo.
Un amigo bostero me dijo por face antes del partido. “A uds les quiero ganar con un gol con la mano, con un penal que no fue, en tiempo de descuento y con el referí comprado”. Epa. No es para tanto. Menos copas con sponsor como Bridgestone, multinacional de origen japonés de neumáticos; menos patrocinantes como BBVA y menos contratos con la reaccionaria estadounidense Fox.
El cronista dijo que era de Ríver. Completa su confesión: le gustan los conceptos de Fidel Castro sobre deporte. Y encuentra la ocasión propicia para citarlo: “no queremos victorias con trampas. No queremos medallas con referees vendidos favoreciéndonos en ningún campo” (14/08/1971).