América comienza a ser para los americanos

El trabajo sucio no lo hizo Obama, se lo encargó a la derecha argentina, de raíz macrista, massista y duhaldista, quienes presentaron lo sucedido en Panamá como una pésima actuación de la presidenta CFK y, por supuesto, cuestionando a Cuba y Venezuela en forma aún más violenta que la misma delegación estadounidense.

Latinoamérica  unida ya lucha contra el sometimiento imperialista

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Por Emilio Marín. Nuestra América está lejos de ser para los norteamericanos. La VII Cumbre de las Américas realizada en Panamá demostró que la mayoría de los países de la región no le hacen la venia de subordinación a Washington. La reunión fue en particular una gran victoria para Cuba, antes raleada de estas citas.

Para evaluar este tipo de cumbres los analistas deben guiarse por los discursos y declaraciones de los presidentes, las adhesiones, la repercusión en sus naciones, la evaluación de los documentos y acuerdos adoptados. Así y todo no habrá coincidencias totales porque todo seguirá siendo según el cristal político con que se mire.

En la cita de Panamá de los 35 presidentes y representantes de gobiernos del continente no hubo documento final. Según refirieron los mandatarios más progresistas, la negativa de Estados Unidos y Canadá a considerar la educación como un derecho humano esencial con rol preponderante del Estado, habría sido el detonante de esa ausencia de documento.
De todos modos ya en la cumbre de 2012, en Cartagena de Indias, tampoco hubo declaración final. Y el cronista opina que, en todo caso, es mejor que no lo haya antes que se apruebe una que mezcle mucha agua y aceite, de las que suelen indigestar a la gente y desorientar sus intelectos.
¿Acaso los acuerdos de la Cumbre permitirán visualizar más quién ganó y quién perdió, entre Barack Obama y sus pocos aliados de una parte, y Raúl Castro y los muchos gobiernos populares del otro?
Tampoco, porque tampoco se conoce que se hayan aprobado planes y cronogramas concretos. Ya el lema de la reunión, “Prosperidad con equidad” daba una idea de que no se superaría las expresiones de deseos. Obama y Castro tuvieron su reunión a solas, con fotos y apretón de manos, y eso es muy bueno, como signo de distensión. Al mismo tiempo, como dijeron ambos líderes, hay mucho por andar antes de lograr la normalización de ese objetivo. Y cuando lo logren, será un acuerdo entre una potencia imperialista y un país socialista, o sea que en común habrá poco entre ambos.

Si Obama creyó que podría hacerse el bueno con Cuba y el duro con Venezuela, provocando alguna fisura en el ALBA, fracasó. Los dos socios salieron de Panamá más unidos que nunca.

Obama a la defensiva

El presidente norteamericano no pudo convencer a sus colegas de lo necesaria que fue su orden ejecutiva del 9 de marzo pasado, que consideraba a Venezuela como un peligro para la seguridad estadounidense.

A su paso previo por Jamaica y luego en Panamá él y sus voceros se esmeraron por aclarar que aquel decreto era necesario desde el punto de vista burocrático para poder sancionar a funcionarios venezolanos, según la ley norteamericana. Pero que Venezuela no era un riesgo para la seguridad de EE UU.
La delegación yanqui perdió por goleada este round, porque la mayoría de los asistentes respaldaron a Venezuela y pidieron, en diversos tonos, la derogación del decreto. La presidenta argentina dijo que su primera reacción, al conocerlo, fue reírse, por lo ridículo. ¿Una potencia con presupuesto militar de 640.000 millones de dólares se sentía amenazada por otro país con una partida de 2.000 millones? Ridículo, concluyó.
Al momento de hablar Cristina Fernández, el afroamericano ya se había retirado del salón de modo que no la escuchó a ella ni a Nicolás Maduro. Le faltaron razones pero también tacto y diplomacia. Se fue. Eso en el barrio le dicen tener la cola sucia…
Venezuela llevó 14 millones de firmas contra el decreto de la Casa Blanca; 10 millones eran propias, algo más de 3 millones de Cuba, etc.
A propósito, si Obama creyó que podría hacerse el bueno con Cuba y el duro con Venezuela, provocando alguna fisura en el ALBA, fracasó. Los dos socios salieron de Panamá más unidos que nunca. Y esa cohesión no tiene que ver con los 100.000 barriles de crudo venezolano a bajo precio, que ahora dicen serán menos. Es la política, estúpido. Hay valores que los gobiernos antiimperialistas respetan; líderes como Fidel Castro y Hugo Chávez educaron en esas bases. Sin embargo, los ladrones del Norte creen que todos son de su misma condición.

Cuba un faro

En el tema de Cuba se puede argumentar que Obama no salió mal parado. Eso depende. Si es por el giro que tomó su administración desde diciembre pasado, cuando liberó a los tres héroes cubanos y admitió que el bloqueo a Cuba era obsoleto, se puede decir que el presidente mejoró su posición. Y coherente con eso, debió admitir que Juan Carlos Varela, de Panamá, invitara a Raúl Castro a la VII Cumbre. También autorizó la reunión del secretario de Estado, John Kerry, con su par cubano Bruno Rodríguez Parrilla, ya en el istmo.

Obama no sólo saludó a su par cubano en el inicio de las sesiones en el centro de convenciones Atlapa, sino que luego ambos tuvieron una breve pero significativa reunión. El encuentro, según ambas partes, fue muy productivo y servirá para seguir andando ese camino de diálogos que ya lleva tres reuniones entre la parte diplomática norteamericana a cargo de Roberta Jacobson y la delegación cubana liderada por Josefina Vidal. En un momento dado se puedan reabrir las embajadas respectivas y normalizar las relaciones, hoy afectadas por el bloqueo total dispuesto en febrero de 1962 por el mal vecino.
Esa mejora de la imagen de Obama en Latinoamérica, en relación a la mayor de las Antillas, tuvo que ver con que estaría todo listo, o casi, para que EE UU saque a aquella de la lista de estados patrocinantes del terrorismo. Aparte de ser una tremenda mentira, tal inclusión perjudica a la isla en el trámite de créditos internacionales.

Politólogos ligados a los equipos de campaña de Macri y Massa cuestionaron el sesgo del discurso anti Obama que tuvo la presidenta argentina.

Derecha argentina

La derecha argentina, de raíz macrista, massista y duhaldista, presentó lo sucedido en Panamá como una pésima actuación de la presidenta CFK y por supuesto cuestionó a Cuba y Venezuela en forma aún más violenta que Obama y los delegados norteamericanos. Estos, por las razones antedichas, eligieron un perfil crítico menos virulento.
El ex vicecanciller Andrés Cisneros escribió que “no hubo condena apocalíptica para Obama y Maduro se retiró con la sorda pero audible advertencia para que cese de encarcelar a opositores”. La realidad fue que Obama se retiró del salón de Atlapa en medio de concretos reclamos para que derogue su decreto contra Miraflores.
Eduardo Duhalde escribió que el Mercosur y Unasur “debieran sancionar a Venezuela basados en sus cláusulas constitutivas” por violar supuestamente los derechos humanos. El “zabeca de Bánfield” que ordenó la represión y las muertes de Darío Santillán y Maxi Kosteki se hace el abanderado de esos derechos, junto a otros 27 ex presidentes reaccionarios, bajo la batuta de José M. Aznar, el miembro del Trío de las Azores que convalidó la invasión de Irak en 2003 y su millón de muertos.
Las columnas de Cisneros y Duhalde fueron publicadas por Clarín (13/4). En la misma edición, politólogos ligados a los equipos de campaña de Macri y Massa cuestionaron el sesgo del discurso anti Obama que tuvo la presidenta argentina. Dijeron que esa política es errónea, arcaica y atrasada, “fuera de la realidad que está viviendo hoy la región”.
Los que así opinan son los nostálgicos de las “relaciones carnales” con EE UU. Ya están preguntando en farmacias cuál es el gel más conveniente.

Entre John Quincy Adams y James Monroe dijeron que “América es para los (norte) americanos”. En la cumbre de Panamá se vio que empieza a ser para los americanos.

Mitos de USAID

Obama no disparaba con munición gruesa contra Cuba en la misma Cumbre, porque esa parte del trabajo sucio corrió por cuenta del referido grupete de ex mandatarios encabezado por Aznar y varias ONG alimentadas por la USAID, o agencia de ayuda para el desarrollo internacional (léase colateral de la CIA desde tiempos del agente Dan Mitrione, muerto por los Tupamaros en Uruguay en los ’70).

A esas ONG y fundaciones aludió en forma muy directa la jefa de Estado argentina, señalando que siempre condenan a los gobiernos “populistas” que más hacen por los latinoamericanos que menos tienen, y nunca enjuician a los gobiernos neoliberales devotos del Consenso de Washington.
La CIA llevó a Panamá todo lo que pudo para tratar de ensuciar a Cuba, incluso al agente suyo que en octubre de 1967 transmitió en Bolivia la orden para asesinar al Che, Félix Rodríguez Mendigutía. Si eso es democracia, modernidad e ideas del siglo XXI.
Sin embargo, columnistas de Clarín (en este caso su controlada Voz del Interior, 12/4), cuestionaron a la Patria de José Martí. “La revolución hace tiempo dejó de serlo y se ha convertido en una dictadura dirigida por gerontes militares, un régimen que sería inadmisible en cualquiera de las demás naciones”, escribió Alejandra Conti. Su tono es propio de la época de la Guerra Fría, que según Obama ya finalizó.
Esos columnistas no se sienten ya representados por el afroamericano sino por el Tea Party.
En vez de falsificar la realidad deberían informar que la Unesco declaró que Cuba fue el único país de Latinoamérica y el Caribe que cumplió con las 7 metas del programa mundial “Educación para Todos” 2000-2015.

El palabrerío anticomunista es una cosa. Los hechos son tozudos. El presidente cubano en el final de su discurso en Panamá, recordó que “seguimos la divisa de compartir lo que tenemos. En la actualidad 65 mil cooperantes cubanos laboran en 89 países, sobre todo en las esferas de la medicina y la educación. Se han graduado en nuestra isla 68 mil profesionales y técnicos, de ellos, 30 mil de la salud, de 157 países”.

Entre John Quincy Adams y James Monroe dijeron que “América es para los (norte) americanos”. En la cumbre de Panamá se vio que empieza a ser para los americanos.

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