Por Emilio Marín. Es la política, no sólo la pelea con el Citibank y el HSBC. Ayer comenzaba el control del BCRA sobre el Citibank. El HSBC dejó pésima impresión ante la Comisión Bicameral, al no contestar preguntas básicas. A no engañarse. No hay sólo diferendo con esos bancos. Hay conflictos políticos con EE UU y Londres.
Si la visión se limitara a lo financiero, habría que decir solamente que ayer la Superintendencia de Entidades Financieras por medio de su vicejefe, Pedro Biscay, comenzó un control integral del Citibank. La entidad se quedó sin su máximo responsable en la Argentina, Gabriel Ribisich, suspendido el 1 de abril por el BCRA con motivo de los acuerdos que su entidad firmó con NML Capital, de Paul Singer, y el pacto de ambos con el juez neoyorquino y tan buitre como los anteriores, Thomas Griesa.
Como se recordará, Griesa autorizó al banco a realizar un cuarto pago a los bonistas para fines de marzo y otro para junio venidero. La condición, pactada entre el Citi y NML, fue que tras esos pagos el banco se retiraba como agente pagador de bonos en dólares emitidos bajo legislación argentina y que no apelaría los fallos del polémico magistrado. Axel Kicillof denunció que ese pacto violaba aspectos básicos de la soberanía argentina: se pidió autorización a un juez que no tenía jurisdicción sobre esos bonos. Se afectó la cadena de pagos y los derechos de los bonistas a percibir pagos por sus tenencias de títulos emitidos bajo la ley del país. Y se fortaleció la posición jurídica de Griesa, al renunciar a posibles apelaciones, siendo que era el magistrado quien estaba en extrema debilidad. Es que había autorizado ya tres pagos “por única vez” y la justicia de otros países, como el Reino Unido, le habían negado derecho a bloquear pagos sobre entidades y clientes británicos o residentes.
Más: El aguantadero Iron Mountain, el banco HSBC y Mauricio Macri
La escalada
La decisión política de Economía, seguramente con instrucciones de la presidenta de la Nación, se fue plasmando en medidas que impactaron sobre el Citibank.
El 20 de marzo fue suspendido para intervenir en el mercado de capitales, que le reporta un 2 por ciento de sus ganancias en el país. La Comisión Nacional de Valores dispuso también designar un veedor de sus actividades, admitiendo de hecho que hasta ese momento el mismo había sido laxo. La gravísima imputación justificó que el banco fuera raleado de ese segmento de negocios. La Argentina empezó a pagar los vencimientos de esa deuda a través de la Caja de Valores. El comunicado del Central informó que “en virtud de lo dispuesto por la Comisión Nacional de Valores –la suspensión preventiva del Citibank en el mercado de capitales–, cumplimos en informar que los pagos serán acreditados por Caja de Valores”. De ese modo no se interrumpió el cronograma de pagos.
Luego la andanada alcanzó al titular del Citi, Ribisich. El Banco Central inhabilitó a ese máximo responsable de la sucursal argentina porque “desconoció el marco legal vigente cuando dispuso la ejecución de un acuerdo homologado por la Corte de Nueva York sin considerar a usuarios de servicios financieros y la afectación de los sistemas de pago de Argentina”.
De ese modo lo que el 20 de marzo se limitaría a nombrar a un veedor en el Citibank se agravó al punto de inhabilitarle al número uno -sin el cual no podría funcionar en el país- y nombrar a Pedro Biscay para conducir una “supervisión integral”.
Ayuda de amigos
Ningún argentino que se precie podría estar en desacuerdo con las justas medidas adoptadas por Economía, el Central, la Comisión Nacional de Valores y la Superintendencia de Entidades Financieras, respecto al Citibank.
Es que esa entidad en sus cien años que lleva de actividad en la Argentina, ha representado el papel de lo que hoy se llamaría “buitre”: desde la generación de la deuda externa durante la dictadura (junto al Manufacturers Hannover y otros) hasta su intervención en las privatizaciones de los ’90, los negocios del megacanje y el blindaje, el corralito, etc, hasta redondear esa actuación con su colusión con NML y Griesa.
Los chacareros, cooperativas, Pymes y muchos argentinos de a pie no figuran entre quienes se han beneficiado con la operatoria del Citibank. Para ilustrar quiénes son los amigos, se cita la nota de Clarín del 16/11/2014 firmada por Silvia Naishtat, titulada “Los 100 años del Citi en Argentina”: “una de las presencias más impactantes fue la de un alto funcionario del hemisferio occidental del Departamento de Estado, que llegó acompañado de su amigo de toda la vida, Tomás Hess, de Esso. En una mesa vecina se encontraba Kevin Sullivan, a cargo de la embajada de EE.UU. en el país. En otras estaban atentos a lo que puede pasar en enero con los fondos buitres y hasta se conjeturaba acerca del porcentaje que podría llegar a tener la quita que podría ofrecerles el gobierno argentino. Juan Bruchou, presidente del Citi para toda la región, conversaba animadamente con el ex CEO del banco Richard Handley, dedicado ahora a la genética bovina. Daniel Novegil, Marcelo Mindlin, Sergio Kaufman, Miguel Kiguel, Alejandro Catterberg, Guillermo Stanley, Enrique Alemañy, fueron algunos de los que entonaron con ganas la letra de New York, New York , al final de la fiesta”.
Petroleros como Hess y Midlin, banqueros como los Stanley, el directivo de Arcor, Kaufman, el CEO de Ternium, Novegil; el de Ford, Alemañy, el consultor Cattemberg, de Poliarquía, etc. Esos son los amigos del Citi, comenzando por su protección política: la embajada norteamericana por entonces con Sullivan y hoy con Noah Mamet.
Pata judicial
¿Qué hará el Citi? Lo dio casi por hecho ayer Naishtat en la página del monopolio: “al Citi le quedan 24 horas, que vencen esta medianoche, para comunicar su reemplazante (de Ribisich). La entidad buscaría amparo judicial”.
O sea que el banco haría “la gran Clarín”: apelar y buscar la protección del sector judicial tan apegado a los intereses monopólicos y conocido desde el 18F como “Partido Judicial”.
En ese forum shopping por Tribunales tendrá a mano el antecedente del CEO de Shell, Juan J. Aranguren, quien próximo a jubilarse ostenta el récord de decenas de sanciones y multas en su contra, apeladas, sin haber pagado ninguna. El petrolero recitaba de memoria al Martín Fierro: “hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse, que siempre es bueno tener un palenque ande rascarse”. Ribisich repasa ese capítulo, con decenas de caros abogados y la embajada.
Los argentinos tendrían que repasar la lista de amigos del Citibank, para saber que nada positivo se puede esperar de ellos. Entidades empresarias y financieras dijeron sin tapujos que están del lado del ese banco y en contra de lo dispuesto por las autoridades argentinas. Es el caso de ABA, la Asociación de Bancos, presidida por el ex Santander, Eduardo Cesario, que representa fielmente al Citi, HSBC (otro banco en aprietos por las 4040 cuentas no declaradas de argentinos en la sucursal Ginebra, por 3.500 millones de dólares), el Río-Santander, el Francés-BBVA y otros de similar calado.
El otro comunicado de apoyo político al banco yanqui provino de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que preside Jaime Campos, y tiene como vicepresidentes a Luis Pagani (Arcor), Héctor Magnetto (Clarín) y Paolo Rocca (Techint). Criticaron al Banco Central: “la medida referida se adoptó sin permitir que el afectado pudiera hacer uso del derecho de defensa contrariando así una de las garantías fundamentales que brinda nuestra Constitución, por lo que se solicita la inmediata revisión de la misma”.
Derecha también
Junto con ese espectro empresario y judicial, el banquero Ribisich también hizo salir al ruedo al referente de Mauricio Macri y presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio. En un reportaje con FM Blue, el banquero del PRO se alineó junto con con el titular de la entidad norteamericana: “no me parece bien prejuzgar. Con el Citibank primero tomaron las medidas, cuando en términos de justicia es al revés. De todas formas, no es algo que me sorprenda de este Gobierno”.
También en esto el candidato presidencial del PRO se adelantó unos metros a su competidor Sergio Massa, que ya estará ordenando a sus referentes del Frente Renovador que emitan alguna declaración similar.
No se crea que el diferendo se limita al Banco Central y el Citibank, si bien hoy transita básicamente por ese andarivel. Roberta Jacobson, subsecretaria del Departamento de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental, tuvo injerencia en los asuntos de Argentina, cuando el viernes 3 opinó que su economía “no está en buena forma”.
La cancillería argentina le replicó perfectamente bien en un comunicado que recordó el inicio de la crisis financiera internacional en el liberalizado mercado bancario norteamericano en 2008, con numerosos saldos negativos que hoy perduran para el propio pueblo estadounidense y otros países.
Héctor Timerman le recordó a Jacobson el alto nivel de endeudamiento estadounidense, su caída de 5 puntos de la tasa de empleo y la desigualdad de su sociedad. El comunicado, impecable, sostuvo: “tal como expresó la Argentina en la OEA sobre la amenaza a Venezuela nadie en el continente se olvida de Juan Bosch, Jacobo Arbenz, Salvador Allende, el asedio a los sandinistas o la invasión a Grenada”. Una pena que Timerman omitiera a Fidel Castro, el gran perseguido por el imperio entre 1959 y 2006, y luego también, el único al que no pudieron voltear.