Marqués de Sade: transgresión, erotismo, sexualidad, ateismo… y libertad
Lo que vemos en el Sade (el divino marqués) es un pensamiento en contra de la familia burguesa; Sade, el aristócrata, quiere la revolución, pero no para la burguesía. La revolución debe ser el gran acontecimiento de la libertad, pero no para una clase que ya viene corrupta en tanto heredera de las corrupciones de la aristocracia. Ahora bien, ¿para quién es entonces esa revolución? Desde luego no para el populacho.
Por Luisa Bustamante. Este trabajo desarrolla una reflexión propositiva sobre los límites y transgresiones que se revelan en la escritura de De Sade, y que se presentan en la muerte, la sexualidad, el erotismo y la ausencia de dios, fundamentos de la obra de Sade. Para tal efecto, este artículo se nutrirá de las obras de Pierre Klossowski y Gilles Deleuze, además de otros escritos sobre el marqués que aportan luces sobre la filosofía de tan extraordinario autor. Alcances
I.-INTRODUCCIÓN
“Y, franceses, que las leyes sirvan siempre al pueblo, que nunca el pueblo sea servidor de las leyes.” (De Sade)
Donatien Alphonse François de Sade, el “divino Marqués” para los surrealistas, ha sido considerado desde diferentes aspectos, relevando siempre su relación con la perversidad y el deseo desbordado.
Si bien es cierto estas apreciaciones son evidentes, en una lectura que considere nuevas claves lo que tiene emergencia desde las profundidades sadianas es una lucha implacable contra las coerciones de la racionalidad, la moral subalterna desprovista de un sentido ético, y la pasión por la libertad. El más prisionero de los hombres es al mismo tiempo el más libre de ellos.
Abordar la obra de Sade, es un trabajo encandilante sobre todo para aquellos que buscan una forma de pensar desprendida de aquel no-pensamiento que subyace a contrapelo de la racionalidad ilustrada que domina hasta nuestros días.
Este trabajo hace una reflexión propositiva sobre los límites y transgresiones que se revelan en la escritura de De Sade. Bataille, desde luego nos entusiasmó al escribir: “Sade no cejaba en seguir un razonamiento paciente, unido al esfuerzo que mantuvo por asimilar la mayor parte de los conocimientos de su tiempo”. (Bataille, 2000, p. 177) Consideraciones como ésta son las que acicatearon la realización de esta propuesta, la cual se ordenará, para tal efecto, en dos aperturas:
La primera, cuyo título es: “Más allá del bien y del mal” se apoyará principalmente en Klossowski P. 1970 y Deleuze G. (1969) para escudriñar el ateísmo y la transgresión a las leyes. La segunda denominada “Razón y des-razón en Sade,” abordará los límites y transgresiones del pensamiento racional que conducen a los límites y desbordes del lenguaje sadiano, leídos en clave foucaultiana, siguiendo ciertas interrogantes que Foucault se plantea:
El límite y la transgresión se deben entre sí la densidad de su ser: (…) Pero, ¿tiene el límite una existencia verdadera fuera del gesto que gloriosamente lo atraviesa y lo niega? ¿Qué sería él, después, y qué podía ser, antes? (1996, p. 127)
II. MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL.
¿Acaso este Dios explica el origen del universo?
Si él crea, ha sido creado, y así siempre. (De Sade)
2.1.- Dios y el ateísmo en Sade
El epígrafe que antecede pertenece a un poema titulado La verdad, (De Sade, 1977). En él, el Marqués, a diferencia del poeta como intermediario del lenguaje entre los dioses y el pueblo, va a clausurar este camino con el vacío de la nada donde se precipita dios.
La delimitación desbordada, el límite y la transgresión cruzan la obra de Sade en un esplendoroso ejercicio del lenguaje en el cual no sólo la idea de dios va a estar impugnada sino toda la idea de la razón ilustrada y las manifestaciones de las nuevas formas burguesas de la revolución.
El escritor francés Klossowski P. ha analizado el pensamiento del Marqués de Sade en diferentes obras. Sus escritos más apreciados son Sade, mi prójimo y El filósofo malvado.
Según Klossowski (1970), Sade considera el ateísmo como una forma de monoteísmo invertido y aunque aparentemente libre de idolatría, sin embargo garantiza “el yo responsable, su propiedad, la identidad individual”. Sade se propone librar del monoteísmo a este ateísmo para destrabarlo de la razón y la única vía para lograrlo es la posibilidad de un ateísmo de forma integral.
Al expresarse según el concepto de razón universal, Sade no puede jamás explicar el contenido positivo de la perversión, o de la sensibilidad polimorfa, como no sea por medio de conceptos negativos y derivados de esta razón; y así en los antípodas de los «chupacirios» no puede menos que provocar la reprobación de los ateos bienpensantes: jamás le perdonarán éstos haber llegado a la monstruosidad de lo arbitrario divino por el rodeo del ateísmo. (1970, p. 20).
La racionalidad ha liberado el mundo de Dios, pero ha colocado al Estado en su lugar, además, la razón se ha sacralizado. Contra estos dos acontecimientos se va a rebelar Sade. Klossowwski (1970) señala el carácter de la razón que incomoda a Sade.
(…) Como ella decide [la razón] que la noción de Dios alteraba todavía de manera ilógica y por lo tanto monstruosa, su propia autonomía, de la noción de Dios, en sí arbitraria, declara, deriva todo comportamiento arbitrario, perverso y monstruoso. (1970, p. 19).
El ateísmo de Sade tiene que ser liberador sino quiere caer en el juego de la razón; de allí que su carácter integral sea esencial para liberarlo de la sujeción de la norma. Sin este carácter es improbable la posibilidad de un individuo con voluntad de poder para transgredir lo que ha sido creado para limitar:
Si el Sapere Aude necesita desligarse del dios para imponer las leyes del hombre, el Sentire Aude necesita del ateísmo libre de leyes. Sin la ley no hay monstruosidad. Los monstruos de Sade desaparecen con la aniquilación de la razón, y si Roberte protesta por el libro que desprestigia al ateísmo es porque en el fondo está presente la norma razonable e institucionalizada. Roberte es razonablemente atea. He aquí el límite que no puede ser transgredido.
La razón es la que habla en Sade como productora de monstruosidades.
La perversidad no es tributaria de la sin razón, al revés, con la emergencia de ésta se elimina lo tortuoso y violento de la normatividad. Cito a Deleuze:
Se trata de otra cosa, de mostrar que el razonamiento es por sí mismo una violencia, que está del lado de los violentos, con todo su rigor, toda su serenidad, toda su calma.(..) Se trata de probar la identidad de la violencia y de la demostración, aunque el razonamiento sólo sea compartido con el placer con el auditor al cual va dirigido, por el objeto en que se lo aprehende. 1969, p. 18)
El ateísmo de Sade, purificado del monoteísmo, como manifestación de la razón perversa tiene la necesidad de destruir su manifestación más inmediata. Esta no es otra que la Institución religiosa cristiana. Así lo expresa en Juliette
¡A la mierda la clase de religión! –exclamó la madre Delbéne. -¿Qué es la religión, sino la palabra de Jesucristo? Y si éste hubiera sido capaz de distinguir entre su codo y un culo ¿crees que se habría dejado crucificar? (2009, p. 279)
De todas las instituciones que se retratan en la obra de Sade, todas ellas impugnadas por la corrupción y decadencia que reflejan, la más execrable es la iglesia y sus pastores. De aquí que el ateísmo en Sade venga a ser la conciencia purificadora de la espiritualidad humana. Junto con Dios la iglesia debe morir. Sólo así podrá haber libertad plena. La iglesia, como pilar de los gobiernos tiranos, es un obstáculo de la liberación de la sociedad a través del control individual. Así lo manifiesta Sade en Filosofía del tocador y su llamado a los franceses:
Es cierto que se ha derribado el antiguo régimen; pero mientras permanezcan sus cimientos, realmente mientras siga en pie uno sólo de sus pilares, podemos estar seguros de que el resto no tardará en ser restaurado. Ese pilar que aún subsiste es la Iglesia Católica Romana. (2009, p. 223)
Pero Sade va más allá; no sólo la razón debe ser cancelada; para que el ateísmo sea realmente una posibilidad de libertad es Dios mismo el que debe morir. Con la muerte de Dios desaparece también el hombre.de la modernidad. Sade se anticipa, aunque por diferentes caminos a la palabra del Zarathustra nietzscheano.
2.2.- Sodomía y perversidad en Sade
En El filósofo malvado Klossowski escribe: “Describir el pensamiento de Sade es una cosa; otra muy distinta es describir el sadismo de Sade. (1970, p. 12) Es una propuesta tentadora, aunque es posible que sea un camino con muchos ripios. El primer obstáculo a sortear es que al separar el pensar de Sade que ya se ha visto como una fundamentación en rescate de un pensamiento no-racional, y concebir el sadismo como una manifestación desgajada de éste, ¿no estaría produciéndose una cisura, una hendidura, en cuyos intersticios se colara un gesto de razonable irracionalidad? Si el sadismo se reduce a la monstruosidad per se ¿es posible desprender una filosofía no racional canceladora de la razón ilustrada? ¿Tendría validez lo anteriormente dicho? ¿Podría Blanchot fundamentar lo siguiente?
Podemos decir, sin modernizar su pensamiento, que Sade es uno de los primeros en haber reconocido en la idea de mundo los rasgos propios de la trascendencia, puesto que la idea de nada, al formar parte del mundo, no podemos pensarla sino desde el interior de un todo que es siempre el mundo.(1990, p. 21)
La familia, como puntal de la sociedad burguesa es un obstáculo para un pensamiento libertario.
En el sadismo Klossoski pone de relieve la sodomía y ésta como forma de la monstruosidad. El perverso es sodomita. “Al tratar de descifrar el gesto del perverso, Sade establecerá el código de la perversión. El signo clave le es revelado por su constitución propia, el del gesto sodomita”.(1970, p. 29).
Sin embargo, la sodomía de Sade no está más ligada a la perversión que el discurso de Aristófanes en “El banquete” de Platón. Se puede percibir que más que perversidad en sí, es el andrógino de los griegos, que se entrega al placer del amigo, y también al placer engendrador con la mujer. Es por eso que apela a la Sociedad griega como ejemplo:
Sócrates a quien el oráculo lo calificó como el filósofo más sabio de esa época, pasaba indiferentemente en brazos de su amante, Aspasia, a los de su amiguito Alcibíades y la gloria de Atenas no se veía en lo más mínimo deslucida por cualquiera de las dos uniones.(2009, p. 233)
Lo que se encuentra en Sade es un pensamiento en contra de la familia burguesa, Sade, el aristócrata, quiere la revolución, pero no para la burguesía, La revolución debe ser el gran acontecimiento de la libertad, pero no para una clase que ya viene corrupta en tanto heredera de las corrupciones de la aristocracia. Ahora bien, ¿para quién es entonces esa revolución? Desde luego no para el populacho. Lo que Sade plantea es una discusión filosófica donde puede verse la idea de un gobierno republicano centrado en un contrato ajeno a las leyes de un estado todopoderoso, pero sí fundado en leyes naturales, que aseguren las ideas de libertad, igualdad y fraternidad en base a un ethos que privilegie un entendimiento común fundado en la plena libertad individual. La familia, como puntal de la sociedad burguesa es un obstáculo para un pensamiento libertario.
Hay en Sade un profundo pensamiento político: el de la institución revolucionaria y republicana, en su doble oposición a la ley y el contrato.
La monstruosidad, la perversión en Sade se expresan al parecer, en otra cosa ligada no sólo a la sodomía, sino también, a otros tipos de prácticas sexuales. Es la apropiación del cuerpo ajeno, la asfixia del espacio ocupado por una proliferación de cuerpos; se percibe una heterotopía del poder en los claustros sadianos. El hombre que estuvo 27 años preso, sabe muy bien expresar el ahogo del encierro, la apropiación espacial del cuerpo, la imposibilidad del escape, esa falta de libertad sin remedio que en las 120 jornadas se percibe de modo magistral.
La idea de violación está siempre presente, violación sobre los cuerpos pero también emergente en el problema de la razón. La perversidad es el producto de una racionalidad que ha puesto en el lugar de Dios a la ley, límite de toda realización del individuo. Es la ley opresora la que está en la escritura de Sade. Son los cuerpos torturados de los opositores, los artesanos estrujados por los impuestos, la leva de los campesinos, los tributos a los curas, las lettres de cachet.
En el relato de Sade se encuentra siempre la posesión violenta de los cuerpos. No hay seducción en la consecución del placer, el deseo es menos erotismo que ejercicio de poder absoluto sobre el cuerpo sometido. El poder es total ya que el cuerpo abusado está sujeto a las decisiones de vida o muerte del que lo avasalla.
Por su parte el claustro Sadiano es la heterotopía donde se realizan las fantasías de la perversión, aquel contra espacio del que habla Foucault para separarlo de la utopía, ese no lugar que aquí, en el encierro sadiano se funden en un solo momento espacial. Las palabras de Foucault parecieran describir el encierro de las 120 jornadas de Sodoma: “En general, no se entra en una heterotopía como Pedro por su casa; o bien uno entra porque está obligado a hacerlo (evidentemente las prisiones), o bien cuando uno se ha sometido a ritos a una purificación”.(2010, p. 28)
El contra lugar en Sade es el reflejo del poder del absolutismo monárquico y esa heterotopía del poder que fue la Corte de los reyes de Francia. Sade odia la tiranía y las leyes. Este pensamiento de Sade lo expresa Deleuze con claridad: “Esto constituye la esencia del pensamiento de Sade: su odio por el tirano, la manera en que demuestra que la ley hace posible al tirano. El tirano habla del lenguaje de las leyes y no tiene otro lenguaje” (1969. P. 78)
La racionalidad al crear las instituciones necesarias para la producción de leyes destinada a la regulación y el control de los individuos, va a provocar una reacción política encarnizada de Sade. Deleuze escribe sobre esto:
Hay en Sade un profundo pensamiento político: el de la institución revolucionaria y republicana, en su doble oposición a la ley y el contrato. Pero este pensamiento de la institución es irónico porque, en tanto sexual y sexualizado, está organizado como provocación contra toda tentativa contractual y legalista de pensar la política. (Ibid., p. 72)
Hay ironía en toda su literatura, ironía y muerte. Los crímenes son ritos mortuorios y este es el nudo más difícil de desatar en la filosofía de Sade. La relación constante con la muerte cruza toda su obra; produciendo una ensambladura con el erotismo. Esta relación entre erotismo y muerte, tan perturbadoramente clara en Bataille, en la filosofía de Sade es oscura y asfixiante porque parece envolver no sólo a su pensamiento político, sino a algo más oculto y que se manifiesta en el delirio de la escritura.
III. RAZÓN Y DES-RAZON EN EL LENGUAJE DE SADE
3.1.- El cogito y la des-razón
A partir de la preocupación de Klossowski por analizar el sadismo es importante perfilar un ensamblaje entre el pensamiento i-racional de Sade y la literatura sadiana, cuestión no menor ya que la perversidad, el deseo desenfrenado y el erotismo apático, forman un entramado que no puede ser separado del delirio literario de Sade
El cogito planteado por Descartes es el conocimiento del pensamiento que lo libra de caer en la trampa del genio maligno, sin embargo, en el cogito moderno está presente esta extraña relación de lo pensado y lo que se desborda en un reconocimiento de lo impensado, ese sentido que emerge de lo profundo pero que se le escapa en el momento del pensar. Foucault señala:
En el cogito moderno, se trata, por el contrario, de dejar valer, según su dimensión mayor, la distancia que a la vez separa y liga el pensamiento presente a sí mismo y aquello que, perteneciente al pensamiento está enraizado en el no-pensado; le es necesario ( y esto se debe a que es menos una evidencia descubierta que una tarea incesante que debe ser siempre retomada) recorrer, duplicar y reactivar en una forma explícita la articulación del pensamiento sobre aquello que, en torno a él y por debajo de él, no es pensado, pero no le es a pesar de todo extraño, según una exterioridad irreductible e infranqueable.(1984, 315)
Foucault se interroga sobre cómo este hombre de la modernidad piense lo que no puede pensar y conozca lo que no puede conocer. Al respecto señala: “Este doble movimiento del cogito moderno explica porque el “pienso no conduce a la evidencia del soy” (Ibid., P. 315)
Sade a su modo también intenta una respuesta. Según Klossowski:
Al elegir como testimonio del acto de razón que el ateísmo es la manera perversa de sentir y de actuar, desprovista de lógica, Sade vuelve a cuestionar inmediatamente la razón universal en tanto la torna contradictoria en su propia aplicación, y el comportamiento humano en tanto se desprende de la subordinación de las funciones de vivir (1970, p. 19)Esto es lo que Sade pone en emergencia en pleno reinado de la filosofía kantiana. Quizá por eso, lo febril de su escritura. Sade escribe y escribe. Su lenguaje está cubierto de signos que se transforman en imágenes por medio de una escritura que llena el vacío literario que la precede. Sade va a oponer al poder de la razón el poder del lenguaje. Así lo refiere Deleuze: “El poder de la palabra llega a su punto culminante cuando dirige la repetición de los cuerpos, y “las sensaciones comunicadas por el órgano auditivo son aquellas que provocan más embeleso y cuyas impresiones son más vivas” (1969, p. 17)
3.2.- El lenguaje sadiano
Sade es un portento descriptivo. En su escritura se juega la producción del lenguaje en función de lo imaginario, ya que los actos no han sido cometidos. Es cierto que no hay invención en el relato de Sade. Hasta las más atroces de sus acciones ya habían sido cometidas por los hombres y están descritas a lo largo de la historia. Los suplicios a los regicidas Damiens y Ravaillac, las torturas de la inquisición, la quema de brujas, los envenenamientos, las matanzas de hugonotes dejan pálido el relato de Sade. Sin embargo, el lenguaje sadiano juega con los espacios, las formas; y la angustiante relación entre víctima y victimario. Su relato sumerge en una atmósfera en que los dos instintos más básicos del individuo, el placer y el miedo se entremezclan, sintiéndose por momentos que los límites se han perdido y que hay una secreta complicidad entre señor y vasallo. Consumadas las perversiones nada queda, el placer se ha ido y todo parece ser un intencionado sin sentido, que sólo cobra vida en la insistente repetición.
El lenguaje y la escritura en Sade son la fuente permanente de delirio descriptivo y enunciativo. La repetición se ha transformado en potencia, se ha separado del placer, se ha convertido en idea y el placer en conducta en relación a la repetición, así por lo menos lo plantea Deleuze: “Es ella quien se ha convertido en idea, en ideal y el placer ha devenido conducta con respecto a la repetición, que acompaña y precede ahora a la repetición como terrible potencia independiente”. (1969, p. 106)
Ahora bien, si se toman todas estas exégesis de la repetición y se entrelazan, se formará un tejido espeso que conducirá indefectiblemente al lenguaje y a la literatura.
De esto se trata, el lenguaje de Sade, lenguaje doble que libera un pensamiento oscurecido por la perversidad razonable mimetizada en la tríada placer, dolor, muerte, fundamento del sadismo. Deleuze percibe este rasgo en La filosofía del tocador:
Y las palabras de esta literatura forman a su vez en el lenguaje una especie de doble del lenguaje, apto para hacerlo actuar directamente sobre los sentidos. El mundo de Sade es un doble perverso, donde se supone que está reflejado todo el movimiento de la naturaleza y de la historia, desde los orígenes hasta la revolución de 1789. (1969, p. 33).
En Sade la literatura ha oscurecido a la obra, produciendo una opacidad que ensombrece la claridad del pensamiento. Quizás, lo que ocurre es que hay un desdoblamiento: por una parte del lenguaje al tomar el lugar de la acción; y por otra, el propio Sade al convertirse en el creador literario y a su vez en el filósofo de los ideales republicanos, radicalizados en un movimiento perpetuo más allá de las leyes de la razón. Quizás, a ese desdoblamiento se refería Klossowski, cuando separaba el pensamiento de Sade del sadismo.
A modo de conclusión
El pensamiento de Sade y su escritura delirante es quizás, el mayor ejemplo de la transgresión y las situaciones límites que puede abarcar un ser humano. El sentido que Sade le dio a su existencia en el límite del encierro fue un pensamiento que al superar el silencio con que se trató de ocultar, emergió con la potencia que él había apasionadamente deseado.
Bataille profundiza al respecto:
Fue preciso una revolución –entre el ruido de las puertas derribadas de la Bastilla- para entregarnos, en el azar del desorden, el secreto de Sade: al cual la desgracia le permitió vivir ese sueño cuya obsesión es el alma de la filosofía: la unidad del sujeto y el objeto; y, en este caso, la identidad en el rebasamiento de los límites entre los seres, del objeto del deseo y del sujeto que desea (2000, p. 178-79).
Sade inaugura la literatura, pero como todo autor desaparece en la aparición del relato. El lenguaje que se ha apropiado de Sade, y éste de él, no va a volver a ser jamás lo que era antes, puesto que con esa pluma volante escribe la última literatura posible de escribir.
Con el convencimiento que pocos párrafos podrían expresar con más claridad lo que “el divino Marqués” quiso entregar a sus contemporáneos, cito estas palabras de Maurice Blanchot.
Incluso más tarde, cuando de esta anomalía de Sade se ha hecho un mérito, cuando se ha visto en él un hombre lo bastante libre para haber inventado un saber nuevo y, de todas maneras, un hombre excepcional tanto por su destino como por sus preocupaciones, cuando finalmente hemos visto en el sadismo una posibilidad que concierne a toda la humanidad, continuamos descuidando el pensamiento propio de Sade, como si estuviéramos más seguros de que había mayor originalidad y autenticidad en el sadismo, que en la manera en la cual el mismo Sade hubiera podido interpretarlo. Ahora bien, si miramos eso con mayor atención, encontramos que este pensamiento es esencial y que en medio de las contradicciones entre las cuales se mueve, nos aporta, sobre el problema que ilustra el nombre de Sade, unas visiones más significativas que todas aquellas que la reflexión más ejercitada y mejor esclarecida nos hubiera permitido concebir hasta ahora.
Referencias bibliográficas
Blanchot, M. (1990), La razón de Sade”, en “Lautreamont y Sade, México, Fondo de Cultura Económica,
Bataille, G. (2000), La literatura y el mal, Ediciones elalef.com www.elaleph.com
De Sade, M. (2009), “Julieta”, en Marqués de Sade Selección, México, Grupo Editorial Tomo, de C.V.
De Sade, M. (2009), “Filosofía del tocador”, en Marqués de Sade Selección, México, Grupo Editorial Tomo, de C.V.
De Sade, M. (1969), Escritos políticos, Buenos Aires, Editorial Quintaria
Deleuze, G. (1969) Sacher Masoch & Sade, Argentina, Editorial Universitaria de Córdova S.R.L.
Foucault, M. (1984), Las palabras y las cosas, Editorial Planeta de Agostini,
Foucault, M. (2010) El cuerpo utópico. Las heterotopías, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión SAIC.
Foucault, M. (1996), De lenguaje y literatura, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica,
Klossowski, P. (1970) Sade, mi prójimo precedido por El filósofo malvado, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
Luisa Bustamante – Universidad de Chile
Fuente: Alcances
Lucido y excelente ensayo de Luisa Bustamante…….Bravo.
muy buenos los articulos.