Mauricio Macri y El Círculo Rojo

En 2013 el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri hace referencia a un selecto grupo de sujetos cuya injerencia en las decisiones políticas adoptadas en Argentina es mayúscula. No dio mayores precisiones al respecto, pero hay que darle crédito porque los Macri conocen muy bien el paño; el hijo de Don Franco recurrió a un enigmático concepto para denominarlos: el círculo rojo.

Mauricio Macri y El Círculo Rojo

Mauricio Macri y El Círculo Rojo

Por Alberto J. Franzoia*. En los inicios del siglo XX Artur Conan Doyle publicó en Inglaterra 56 relatos cortos sobre Sherlock Holmes que originalmente aparecieron en The Strand Magazine y más tarde en la colección Su última referencia. Uno de esos relatos del detective que con sus lógicas deducciones resolvía cuanto misterio se le presentara lo tituló El círculo rojo.

Muchos años después, en 1970, el gran director del cine francés Jean Pierre Melville, estrenó una de sus más reconocidas películas basada en una historia de gangters, policías y un extraordinario robo. Participaron actores de primerísimo nivel como Ives Montand, Gian María Volonté y Alain Delon. Su inolvidable título, para todos aquellos que gustan del buen cine, es El círculo rojo.

Entre mayo y julio de 2007 la televisión española presentó por Antena 3 una serie de misterio compuesta por doce capítulos, entre cuyos protagonistas más destacados se encontraban Carmen Maura y Emilio Gutiérrez Caba. Nuevamente el sugestivo título escogido fue El círculo rojo.

En 2013 el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri hace referencia a un selecto grupo de sujetos cuya injerencia en las decisiones políticas adoptadas en Argentina es mayúscula. No dio mayores precisiones al respecto, pero hay que darle crédito porque los Macri conocen muy bien el paño; el hijo de Don Franco recurrió a un enigmático concepto para denominarlos: el círculo rojo.

Desde ese sorpresivo anuncio diversos políticos, periodistas, cientistas sociales y una variada fauna de opínologos de los medios han salido a realizar un ejercicio de libre interpretación acerca de un concepto que, intencionalmente, no fue definido con precisión por Mauricio. Para unos se trata de un conjunto de sujetos poderosos e influyentes, para otros de ciudadanos informados, que por lo tanto influyen en la política. Los más cercanos a la realidad sostienen que son algunas grandes corporaciones, los amigos de encubrirla tanto como los que poco entienden afirman que es una fantasía paranoica. Lo cierto es que el círculo rojo es un concepto asociado en el mundo de la ficción a mafiosos, robos, misterios y asesinatos; al ingresar al mundo real, con la llamativa expresión utilizada por Mauricio Macri, la cuestión no cambiaría demasiado si somos capaces de indagar el concepto hasta sus más oscuras profundidades.

Afirmar que el círculo rojo es un conjunto de sujetos que tienen enorme influencia en la política argentina, como por caso Héctor Magnetto, es una pequeña cuota de la verdad, pero falta bastante para llegar a la cuestión medular. Los que sostienen que no son sólo personas sino que se trata de algunas corporaciones, como (siguiendo el ejemplo anterior) el grupo Clarín, avanzan bastante más que los primeros en la aproximación al tema. Sin embargo, si indagamos con rigor en el estudio de nuestra historia, se puede inferir que el círculo rojo tiene un alcance superior a unos cuantos grupos poderosos dispersos. En realidad constituye una clase social, integrada por lo tanto por diversos grupos económicos con aceitadas e históricas relaciones, que además posee la mayor conciencia de clase (conciencia de sus intereses estratégicos) existente en nuestro país, como bien lo sabia el sabio Don Arturo Jauretche
Una clase que está constituida por aquellos grupos económicos más concentrados, que operan desde los inicios de la Patria Chica (Argentina) en diversos sectores de la economía, que la controlan a través de monopolios y oligopolios, y que maximizan sus beneficios a partir de la especulación que les permite ejercer esa condición de privilegio.

Por eso habrá que agradecerle nada menos que a Mauricio Macri la mención que realiza del círculo rojo, porque él sabe muy bien quiénes son aunque se entiende que no lo explicite

Inicialmente, en el siglo XIX, dicha clase se constituyó en el área de la pampa húmeda como grupo de terratenientes usufructuantes de la renta diferencial de la tierra, asociados a su vez a los grandes comerciantes (exportación- importación) de la ciudad-puerto de Buenos Aires. En el siglo XX, cuando la actividad agrícola-ganadera sufrió algunos reveces en el mercado internacional que fueron anunciados ya en los años 30, esos grupos privilegiados iniciaron su expansión hacia otras áreas económicas muy rentables. Comenzó entonces el control oligopólico de algunos sectores de la industria (control que también les ha permitido especular), y tiempo después recurrieron a la especulación más desenmascarada en el sector financiero, cuya manifestación bien concreta fue el enorme endeudamiento sufrido por el país desde los años del ministro de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz, un conspicuo miembro de dicha clase.


Desde ya al grupo económico más concentrado nacido en el siglo XIX se fueron incorporando nuevos integrantes (así como algunos viejos quedaron en el camino por su propia impericia), pero las características esenciales de un comportamiento de clase bien definido no han cambiado. Esta clase que con sus variantes históricas lógicas ha controlado la economía argentina estuvo siempre integrada por grupos de un poder económico muy concentrado (cada vez más concentrado), y desde el control mono y oligopólico que ejercen han podido obtener sus crecientes beneficios a través de la especulación y no mediante la reinversión productiva.

Ahora bien, dicha clase no está sola, ya que ha tenido y tiene vínculos orgánicos con las burguesías de los países capitalistas más desarrollados, aquellos que han llegado a la etapa imperialista. Etapa en la cual para sostener el ritmo de desarrollo interno no resulta suficiente explotar a sus propios trabajadores sino que es necesario explotar a otros países, con la complicidad claro, de los grupos privilegiados del país explotado. Esos dos grupos, que son clases sociales, conforman el núcleo duro del bloque que siempre enfrenta los intereses nacionales y populares

La clase a la que hago referencia ha controlado (en su alianza con el opresor externo) nuestra economía a lo largo de la historia y proyecta, como no podía ser de otra manera, su poder económico al terreno político-ideológico. Digita candidaturas, condiciona gobiernos débiles, difunde una visión de mundo, a veces ejerce en forma directa el poder político y si dicho poder le resulta adverso, como en algunas pocas oportunidad ha ocurrido, entonces no se priva de recurrir a formas de violencia muy explícitas para poner fin a la adversidad.


Es por lo tanto una clase social que no sólo ha usufructuado para sí las riquezas que el conjunto de los argentinos producimos, sino que para garantizarse la reproducción de sus privilegios no duda en recurrir a la persecución y muerte del adversario cuando la difusión de sus ideas (llevada adelante por sus intelectuales orgánicos) no alcanza. Ejemplos concretos: bombardeo a Plaza de Mayo en junio de 1955 (con una enorme secuela de muertos y heridos) y golpe de estado en septiembre del mismo año, fusilamiento de militares y civiles en 1956, golpe y posterior terrorismo de estado a partir de 1976 y hasta 1983. Fusilamientos, secuestros, torturas, desapariciones, robos a las víctimas y asesinatos no fueron ajenos a una clase que suele comportarse como autor intelectual de acciones aberrantes.


Ahora bien, algunos “pensadores” argentinos, incluyendo a muchos que se definen como progresistas y otros como nacionalistas, no dudan desde hace algunos años en sostener que esa clase social ya no existe. Con semejante certeza nos demuestran que Francis Fukuyama, desde principios de los noventa, dejó una pléyade de conscientes e inconscientes seguidores después de formular la hilarante teoría del Fin de la historia (que no es otra cosa que el supuesto fin de las ideologías que contrarían el orden imperialista). Para colmo Toni Negri vino a complementarla en los inicios del siglo XXI con un olvidable Imperio, que marcaría el fin de dicho imperialismo. Por eso habrá que agradecerle nada menos que a Mauricio Macri la mención que realiza del círculo rojo, porque él sabe muy bien quiénes son aunque se entiende que no lo explicite; y eso ha servido para poner en el centro de la escena nuevamente a una clase que nunca dejó de existir, al igual que las ideologías y el imperialismo claro. Pues bien, esa clase es la oligarquía. Y decir oligarquía es a su vez comprender cómo ingresan y de qué manera, tan poco santa, se realizan en nuestra tierra los intereses del capital proveniente de los países opresores. Allí radica todo el misterio del círculo rojo.


La Plata, 18 de septiembre de 2013

*Sociólogo, Director de Cuaderno de la Izquierda Nacional

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